De un lado Elías, el profeta de Dios y del otro, 450 profetas de Baal y 400 de Asera. Todo el pueblo de Israel espera el resultado del duelo – ellos quieren saber quién es el verdadero Dios. El pueblo dejó que su corazón se corrompiera por las costumbres equivocadas del rey Acab, pero Elías está allí para restituir la alianza de Dios con Su pueblo.
La Biblia narra el pasaje arriba mencionado en el primer libro de Reyes, capítulo 18, que cuenta que Dios hizo descender fuego del cielo para consumir el holocausto, confirmando Su poder. Sin embargo este fragmento de la historia genera una pregunta: aun conociendo la autoridad del Altísimo en otras ocasiones en el pasado, ¿qué es lo que llevó al pueblo de Israel a abandonar la fe por completo en el verdadero Señor?
El Libro de 1° Reyes relata que Acab era hijo del rey Omri, una persona mala delante del Creador, el cual fue peor que todos los reyes que le antecedieron. Pero, cuando Acab asumió el reinado, cometió maldades peores que las de su padre, e incluso se casó con Jezabel, hija de Etbaal, rey de los sidonios – también conocidos como fenicios. Jezabel le levantó un altar a Baal, que, en realidad, era un espíritu maligno entre los israelitas.
El dios de los pueblos de Canaán
Cuando el pueblo de Dios encontró la Tierra Prometida, Canaán, varios pueblos ya habitaban el lugar y le rendían culto a sus dioses – uno de ellos era Baal. Esos pueblos eran los cananeos, filisteos, moabitas, amorreos, ferezeos, amonitas, entre otros. Ya que cada pueblo tenía una versión propia de Baal, se le dio por nombre Baalines a su plural.
Por el hecho de que el pueblo de Dios haya compartido la misma tierra con esos pueblos, frecuentemente, como narra el Antiguo Testamento, se dejaron corromper por la cultura de la región. En 1928, en la ciudad de Ugarit, ubicada en el actual norte de Siria, una obra llamada “Ciclo de Baal” fue hallada en un sitio arqueológico. La obra contaba la leyenda de Baal, que era una referencia al ciclo de cosecha, según los investigadores.
En el relato imaginario, Baal era el hijo de Dagón y padre de Astarot, otros dioses de la cultura cananea. Varios nombres de ese período fueron compuestos con el término “baal”, por ejemplo, Etbaal, padre de Jezabel – Aníbal – un general cartaginés -, Asdrúbal – uno de los comandantes de Aníbal.
Los cultos a Baal, así como a Astarot y a otros dioses, fueron marcados por sacrificios de niños, quema de incienso, sacerdotes mutilando su propio cuerpo y atractivos sexuales, lo que obviamente hacía que el pueblo de Israel se distanciara de las enseñanzas de Dios. Esto les costó muy caro a los israelitas en los tiempos del profeta Elías, porque una gran sequía vino sobre ellos, causando miseria.
Baal en los días de hoy
Aunque el culto a Baal haya quedado restringido a los tiempos bíblicos, actualmente sus preceptos aún son seguidos por muchas personas, y quizás ellas ni sepan el pecado que están cometiendo. Cuando alguien se involucra en orgías y en prostitución, pone algo por encima de Dios en su corazón (un bien material o una relación, por ejemplo), o simplemente se aleja de la presencia del Señor, actúa como los adoradores de Baal en el pasado y, con certeza, sufrirá las consecuencias de este error.
Por eso, es importante ser consciente de que cuando usted se entrega a los deseos del mundo y cultiva el pecado, está actuando de la misma manera que el pueblo que negó a Dios. Así que, mientras haya tiempo, busque la presencia del Señor Jesús.
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