Esa palabra trae una gran alerta, un aviso del Espíritu Santo para todos nosotros.
Por la misericordia de Dios estamos firmes, sin embargo, tenemos que mantenernos vigilantes para que no seamos sorprendidos por las estrategias del diablo.
Si observamos algunos testimonios de personas que cayeron, comprobaremos que algunas de ellas no imaginaban que eso podía sucederles.
Se sentían muy confiadas y seguras, pero, no resistieron a las tentaciones.
Cuando vemos la caída de alguien, debemos estar más atentos en relación a nosotros mismos. Como dice el refrán: “¡poner las barbas en remojo!”
El problema de la caída no está en las tentaciones en sí. Estas solo revelan nuestra real condición espiritual. ¡Todos somos tentados! Hasta el Señor Jesús lo fue.
Él venció las tentaciones y socorre a los que están siendo tentados (Hebreos 2:18).
Es claro que el socorro solamente les llega a los que lo piden.
El secreto para que nos mantengamos firmes delante de los males, fue revelado por nuestro Señor en la oración del Padre nuestro:
“No nos dejes caer en tentación sino líbranos del mal.”
Solo Dios puede dar el escape y el libramiento a quien está siendo tentado.
Es necesario ser humilde para reconocer nuestras debilidades, pues solo así recurriremos al trono de Dios en busca de ayuda.
“Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu.” Proverbios 16:18
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