Las vías biliares son conductos que transportan un líquido llamado bilis desde el hígado hasta la vesícula biliar. Las vías biliares ayudan a eliminar los desechos del hígado y transportan sales que ayudan a que el intestino delgado descomponga (digiera) las grasas. Cuando estas vías no se desarrollan de forma normal, tanto dentro como fuera del hígado, se está ante la atresia biliar.
En los bebés con atresia biliar, se presenta obstrucción del flujo de bilis del hígado a la vesícula. Esto puede llevar a daño hepático y cirrosis del hígado, lo cual puede ser mortal.
Los recién nacidos con esta afección pueden parecer normales al nacer; sin embargo, la ictericia (una coloración amarillenta de la piel y de las membranas mucosas) se presenta hacia la segunda o tercera semana de vida. El bebé puede aumentar de peso normalmente durante el primer mes. Después de este tiempo, bajará de peso, se tornará irritable y presentará empeoramiento de la ictericia.
Este mal tiene una solución quirúrgica, aunque no se garantiza que no sea necesario un trasplante de hígado. Normalmente se realiza una operación denominada procedimiento de Kasai para conectar el hígado al intestino delgado, esquivando los conductos anormales. Esta cirugía es más efectiva si se lleva a cabo antes de que el bebé tenga 8 semanas de edad.
“Mi hija fue sanada de una enfermedad hepática crónica”
Magdalena Alejandra Tejerina no aceptaba que su hija tuviera que tomar medicación de por vida por un problema de nacimiento. La atresia biliar impedía que la bilis circulara desde el hígado hacia la vesícula biliar. El organismo de la pequeña no funcionaba de manera correcta.
“Recuerdo que a los tres meses de vida ella fue sometida a una operación, si no la intervenían corría riesgo de muerte. Pero los problemas siguieron, ella siempre debía estar medicada. Así fue nuestra situación hasta que hace unos cuatro años recibí una invitación para participar de las reuniones de la Universal. Desde ese día decidí acercarme. Participé con fe de las reuniones y de la Hoguera Santa y mi hija fue totalmente curada. Ya no toma más medicamentos y goza de buena salud, como cualquier niña sana. Le agradezco a Dios porque en la Universal encontré la esperanza de transformar mi vida y la de mi familia”, cuenta Magdalena mientras sonríe junto a su hija.
Martes de sanidad, a las 8, 10, 16 y 20hs, en Av. Corrientes 4070 – Almagro, o en La Universal más próxima a su hogar www.universal.org.ar/direcciones
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