Las tradiciones de un pueblo son algo que merece preservarse. Sin embargo, ¿esto también debe aplicarse cuando se cometen abusos a los derechos humanos en nombre de estas antiguas costumbres? Es uno de los casos divulgado recientemente por la British Broadcasting Corporation (BBC) sobre mujeres de Pakistán castigadas con el rigor de la ley por el crimen de… enamorarse.
Una mujer que decide ponerse de novia o casarse con el hombre que quiere, pero, sin la aprobación de la familia, puede llegar a ser agredida por la misma – o asesinada, como ya ocurrió innumerables veces. Hay parejas que son separadas cruelmente y muchas veces las autoridades hacen la vista gorda.
En Pakistán, un país de tradición musulmana, la mujer es vista como una propiedad de la familia hasta el momento en el que se casa. Los nuevos “dueños” son el marido y sus familiares. Además, cualquier “desobediencia” es vista como deshonra por el nuevo clan, lo que puede ser castigado incluso con la muerte. Esto es lo que muchos llaman “crímenes de honor”, por desgracia muy comunes – solo en el 2014, más de mil mujeres fueron asesinadas en este tipo de prácticas. Una de las víctimas, embarazada, fue apedreada hasta la muerte y quienes la apedrearon fueron sus propios familiares, que habían escogido a otro pretendiente y no aceptaron que se casara con el hombre que amaba. Pero hay algo peor: la ejecución ocurrió en medio de los transeúntes, policías y delante de un tribunal. Como el caso ganó repercusión internacional, las autoridades del lugar, creyeron que estaría bien castigar al padre, al hermano y al pretendiente elegido con la muerte.
Sin embargo, muchos otros casos similares quedan impunes, porque los autores de los crímenes están protegidos por las antiguas leyes tribales machistas – muchos creen que la “honra” de la familia puede restituirse si la mujer que se casó en “deshonra” es asesinada.
Son pocas las parejas que enfrentan a las antiguas tradiciones. La prisión para las “adúlteras” es una realidad. El gran problema es que, muchas veces, la acusación de “adúltera” es hecha a mujeres que huyeron de sus casas debido a los malos tratos o a la amenaza de su seguridad por parte de sus maridos y los familiares de los mismos – o incluso son echadas por ellos. A veces, son expulsadas de sus hogares por la simple desconfianza por parte del cónyuge.
La diferencia
En el entorno cristiano es difícil entender esta práctica paquistaní por una sencilla razón: aunque la sumisión al cónyuge, como se describe en la Biblia, se recomiende y tenga buenos frutos, las mujeres son vistas como seres humanos con libre albedrío. Está permitido – y defendido – que la mujer se case con el hombre que ama (y la respeta, claro), constituyendo con él una familia de acuerdo con los preceptos de Dios.
En este caso, la unión es la libre manifestación de la voluntad de una pareja a unirse. Por supuesto que muchos factores deben analizarse antes de unirse al pretendiente, sin permitir que la simple emoción de aquel momento de la vida influya en la decisión.
Cada pareja es una nueva familia que comienza. Y todos sabemos la diferencia de la que se empieza con Dios al mando, en lugar de las viejas tradiciones que tratan al ser humano como ganado. Este es uno más de los motivos que nos hace pensar en el valor que debemos darle a la libertad (con responsabilidad) proporcionada por la creencia en Dios a través del Señor Jesús.
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