Usted debe haberse dado cuenta aquí que los propios hermanos de Jesús no creían en Él, que el pueblo todavía estaba bien dividido en cuanto a quién era Él, si el Mesías o un loco cualquiera. Que Él, habiendo dicho en el capítulo anterior que era el Pan de la vida, ahora dice que también tiene el agua viva, el Espíritu Santo para quien en Él cree, y que los líderes religiosos están cada vez más airados con Él.
Pero no es en esos puntos que me quiero enfocar.
Una cosa nos llama la atención en la manera como el Señor Jesús lidió con la amenaza de muerte que recibió de los judíos en el capítulo 5. Recuerde, Él curó un hombre en sábado y por eso fue acusado de desobedecer la ley de Moisés, y por eso el capítulo 7 ya comienza diciendo:
Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
Observe que a pesar de la amenaza, y de no poder andar libremente por Judea, Jesús no se escondió en Nazaret, ni se encerró en una habitación con miedo y depresión. Por el contrario, “andaba por Galilea”. Continuó haciendo Su trabajo por donde podía, como podía, para quien quería.
Cuando nosotros no podemos hacer lo que queremos y donde queremos, debemos hacer lo que podemos, como y donde podemos.
Usted debe haberse dado cuenta también que tres veces en este capítulo es mencionado que “ el tiempo aun no ha llegado”, o sea, Jesús sabía que todo tenía su hora.
Sin embargo, si no era tiempo de una cosa, entonces era tiempo de otra – pero nunca tiempo de no hacer nada.
Necesitamos ese discernimiento. Necesitamos saber hacer lo que el ahora nos permite, mientras esperemos lo que el después nos permitirá.
Es tiempo de que usted haga algo, ahí ahora, donde está, con lo que tiene.
Si no puede hacer lo que le gustaría, ¿qué PUEDE hacer?
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