Aun reciente el enfrentamiento del capítulo anterior, ahí va Jesús a crear dificultades con los fariseos de nuevo. Decide nuevamente curar a alguien en sábado. Ni las amenazas de muerte Lo intimidaron. ¡Este es el Jesús en quien yo creo! Valiente, corajudo, intrépido y buscapleitos (para los religiosos). Él vino para quebrantar el status quo.
Es imposible que usted conozca al verdadero Jesús y no tenga los cimientos de sus creencias y tradiciones quebrantados.
Pero la historia de la cura del ciego comienza con una pregunta tonta de los discípulos. “¿Quién pecó, él o sus padres para que naciera ciego?” Tonta porque ¿cómo podría el hombre pecar antes de nacer?
Dese cuenta que la pregunta también tuvo su origen en creencias religiosas. ¿No son las religiones las que disfrutan culpando de los pecados a las personas por sus problemas y así las sentencian a sufrir un castigo sin solución? Quien leyó desde el capítulo uno hasta aquí y aún no entendió esto, entiéndalo de una vez por todas: la religión embrutece, la fe en Jesús abre la mente.
Vemos todavía otra aberración de la religión en este capítulo: la sumisión de los padres del ciego a los religiosos, por miedo a ser expulsados de la sinagoga. Ni la cura del propio hijo superó el cabestro que la religión había puesto sobre ellos. ¡Qué plaga! Así son muchos, que viven esclavizados por las religiones de este mundo. Ellos sí son ciegos.
Pero es muy bueno ver la evolución de fe de aquel ciego. Él comenzó sin ni siquiera saber quién era Jesús, y aun así fue curado. Eso prueba que no es necesario conocer a Dios para recibir el milagro. Basta creer y obedecer. Un milagro recibido no quiere decir la salvación recibida.
Entonces, cuando fue interrogado por los fariseos sobre quién pensaba que era Jesús, el ciego respondió: “Es un profeta.” Concluyó eso pues sabía que era alguien de Dios, que hacía el bien. Muchos también creen que Jesús fue solo un buen maestro, un profeta como otros, que enseñó muchas cosas buenas. Pero esa creencia no es suficiente.
Por eso Jesús fue tras el ciego, después de que este fue promovido con la expulsión de la sinagoga, y Se le reveló como el Salvador. Y el ciego, entonces, rápidamente, se arrodilló y creyó en Él. Fue salvo.
Esta es la evolución de fe que usted también necesita tener. Quizás ni siquiera sepa quién es Jesús. Quizás ya oyó hablar y sabe que Él fue alguien muy bueno. Pero aún no se arrodilló ante Él, no creyó que Él es quien dice ser.
Ese arrodillarse es mucho más que literal. Significa vivir su vida en sumisión total a Él, romper con la religión, y pasar a vivir la fe inteligente todos los días.
¿Usted cree?
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