Escuchamos esta palabra casi todos los días, pero llega un momento en que necesitamos vivirla. Pasamos por desiertos en los que nuestra fe es probada, sin embargo, ¡es aprobada cuando confiamos con todas nuestras fuerzas solamente en Aquel en quien podemos lanzarnos!
Él está allí sosteniéndonos, apoyándonos, invirtiendo en nosotras, cuidándonos… En fin, en el momento de confiar le mostramos a Dios con actitudes el siguiente pensamiento: “¡Mi Padre nunca falló, no falla y no fallará!”
Llegó el momento de confiar, no dude, ¡pues la hija conoce el carácter de Su Padre!
¡Él es fiel!
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