La naturaleza está llena de ejemplos que nos pueden advertir con respecto a nuestra fe.
El video a continuación muestra el ataque de un depredador a su presa. Sería uno más en la sabana africana si no fuera por un detalle interesante, y que hace toda la diferencia para el éxito de la emboscada.
Vea:
El jabalí se mantuvo atento en todo momento a las hienas que tenía frente a él, sin darse cuenta del sutil ataque del cocodrilo que tenía tras él.
Así también sucede con respecto a nuestra vida con Dios. El diablo, nuestro adversario, (Pedro 5:8) ataca cuando estamos distraídos. De ahí la importancia de estar siempre vigilantes.
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo 26:41
Y, ¿por qué vigilar precede de orar? Porque representa celo, cautela, precaución. Usted cuida de su vida espiritual y la oración es el resultado de eso. Es la demostración de que, aun vigilando, usted depende de Dios para hacer más allá de lo que está en sus condiciones; Él hará que usted vea más allá (Salmo 32:8).
En el caso del jabalí del video, no hubiera servido de nada huir de las hienas dirigiéndose hacia el agua, porque allí quedaría vulnerable a otro depredador, y, ¿cuántas veces eso sucede con nosotros? Intentamos huir de una situación de peligro pero, por no estar vigilantes, terminamos metiéndonos en otra peor.
Una persona diligente en la fe, es decir, cuidadosa con su vida, no es más que aquella que está siempre velando y en oración.
Si estamos atentos y en oración, los ataques del enemigo siempre serán frustrados.
¿En qué área usted se da cuenta que ha sufrido constantes ataques en su vida? ¿No le ha faltado más vigilancia?
Comparta este artículo con sus amigos y familiares. Ellos pueden estar necesitando esta advertencia también.
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