“Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” Habacuc 2:3
Esta palabra se aplica a las promesas de Dios para los que creen. ¿Usted cree en esto? Ese “esperar” no es una esperanza vaga, es una esperanza de certeza. La espera que aguarda aquello que sabe que va a recibir. La espera que lo lleva a preparase para recibir lo que fue prometido.
¿Cuál ha sido la táctica del mal? Él conoce nuestras necesidades. A causa de eso, ha usado a sus hijos para suscitar ansiedades en los corazones de los elegidos. ¿Cuándo te vas a casar? ¿Tienes novio? ¿Cuándo vas a solucionar eso? ¿Lo vas a lograr? Con eso, muchos se debilitan en la fe. El próximo ataque intenta lanzar dudas en cuanto a las promesas de Dios. Y por ahí sigue…
No se engañe. ¿Usted cree que nuestro Señor nos fallará? ¿Él sería incapaz de suplir las necesidades de los súbditos de Su Reino? ¡Solamente un loco es capaz de pensar esto! Esmérese en agradar a Dios, y Él concederá los deseos de su nuevo corazón. Esté firme y conserve su fe, porque en el tiempo de Dios nunca hay atraso, ni anticipación. Todo sucede, exactamente, en el momento justo. Y, cuando menos se lo espera, está usted realizado.
¡Sea bendecido en el nombre del Señor Jesucristo y realice sus sueños en el tiempo de Su Padre!
(*) Extraído del libro “El Pan Nuestro para los 365 días del año”, del obispo Edir Macedo.
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