En esta ocasión, el estadio del Club Atenas, en La Plata, no alojó un evento deportivo, no hubo espectadores ni jugadores, sino una gran multitud de personas sedientas por escuchar la Palabra del Dios Vivo. El obispo Djalma realizó una concentración de fe y milagros para más de 4400 personas, que aprendieron que la vida es resultado de la palabra que obedecen.
“La vida que uno tiene es resultado de la palabra que uno oye, y no me refiero solamente a oír, porque el diablo también oye la Palabra de Dios y no por eso deja de ser diablo. Cuando decimos oír, es en el sentido de obedecer, de poner en práctica, entonces, mi vida es el resultado de la Palabra a la que yo obedezco.
Jesús dijo: ‘El que es de Dios, las palabras de Dios oye’, (Juan 8:47). Si usted que es padre, o madre, quiere lo mejor para sus hijos, imagínese Dios. Él nunca hace lo que uno espera, siempre hace mucho más.
La vida que usted tiene hoy es resultado de la palabra que oyó ayer y, de la misma forma, la vida que tendrá mañana será resultado de la palabra que oyó hoy. Por eso podemos entender cuando la Biblia dice que no existe maldición sin causa ni existe bendición sin causa. La obediencia a la Palabra de Dios, trae la bendición y la vida.
‘A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.’, (Deuteronomio 30:19). Todo el tiempo tenemos la oportunidad de escoger, de decidir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Dios nos aconseja elegir la vida, la bendición. Para eso, debemos obedecer la Palabra de Dios”, afirmó el obispo, para luego orar por aquellos que desearon entregarse a Jesús de cuerpo, alma y espíritu y obedecer Su Palabra.
Finalmente, el obispo determinó la bendición sobre los presentes y sus familias, pidiendo a Dios que guarde y proteja a todos, llevándolos a casa en paz y seguridad.
Testimonios:
Aldo: “Sufría de asma hacía siete años, hoy empecé a fatigarme en el trabajo, me dolía muchísimo el pecho. Ahora estoy bien, no me duele nada”.
Petrona: “Tenía una hernia hacía cuatro años, estaba por operarme. Tenía miedo porque iba a ser la quinta operación que tenían que hacerme, tenía que andar fajada. Ahora puedo apretarme y no siento más dolores”.
Susana: “Tenía problemas de estómago hace varios años, provocado por los nervios. También me dolía la cabeza, no podía dormir, pero ahora, gracias a Dios estoy sin dolores, el ardor que sentía en el estómago desapareció”.
Azucena: “Me dolían la cintura, las vértebras lumbares y las piernas hace unos tres años. No podía subir escaleras, pero ahora las subí sin problemas, no tengo más dolores, gracias a Dios”.