A lo largo de la vida pasamos por situaciones difíciles que imprimen en nosotros un recuerdo doloroso. Roxana Monzón tenía malos recuerdos debido al alcohol que hacía que su padre tuviera problemas con su madre. Siendo muy joven decide formar su propia familia, pero lejos de hallar la felicidad, encuentra más dolor.
“A los 16 años aposté al amor creyendo en un cuento de hadas. Él era mayor y los celos y la desconfianza de su parte hicieron que el matrimonio fuera muy difícil. Si iba a hacer algo y me demoraba, él ya se ponía agresivo, violento. Finalmente me separo de él y al tiempo conozco a otra persona. Intento ser feliz nuevamente y todo fue maravilloso al principio hasta que comenzaron los problemas.
Mi marido empezó a consumir alcohol, era alcohólico como mi papá. Eso nos trajo problemas, llegamos a agredirnos verbal y físicamente. Recuerdo que tapaba con maquillaje las marcas de los golpes. Me ponía una máscara e iba a trabajar como si nada hubiese pasado. Vivíamos de apariencia, nadie sabía que pasaba todo esto.
Yo fumaba dos paquetes diarios para calmarme porque estaba angustiada y deprimida, incluso intenté suicidarme tres veces. En esos momentos recibo una invitación de parte de un amigo para ir a la Universal. Dije que iba a ver qué sucedía, en un principio no le creía nada, confieso que dudé, lo traté de ingenuo, pero cuando entré en la Iglesia, escuché al pastor y era como si me hablaran a mí. Dejé todo lo malo que cargaba, derramé lágrimas y lágrimas y me sentí muy bien. Desde ese momento perseveré en las reuniones hasta que salí adelante.
En la Universal me curaron el alma porque todo el sufrimiento lo dejé allí. Ahora estamos felices, tengo una vida nueva, dejamos las agresiones, el alcohol y el cigarrillo atrás. Tengo un marido renovado y mis hijos son felices junto a nosotros”.
Los vicios tienen cura
Juan: “Consumía alcohol, cigarrillos, cocaína, perdí mi trabajo y a mi familia porque gastaba todo en los vicios, el sueldo me duraba dos días. Robaba para mantener mis adicciones. Después del tratamiento no consumo más nada, siento asco de las drogas y el alcohol, tengo trabajo y reconstruí mi vida”.
Sofía: “Fumaba tabaco y marihuana, me drogaba con cocaína y pastillas. Intenté suicidarme y mi esposo también se drogaba. Perdimos casa, auto y familia.
Llegué al tratamiento de la cura de los vicios y hoy estoy curada, mi vida está restaurada. Soy feliz, la vida sin drogas es maravillosa”.
Si usted sufre por un vicio o tiene un familiar que no logra salir de una adicción, participe este domingo a las 15h en Av. Corrientes 4070, Almagro, y descubra que los vicios tienen cura.
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