Ana Alicia González tenía su vida destruida en todos los sentidos. Su matrimonio estaba en crisis por las constantes peleas y creía que la única salida era la separación. “A la noche, cuando me acostaba sentía que había algo que dividía la cama entre mi esposo y yo. No me podía acercar a él, lo rechazaba; cuando él no estaba en casa lo extrañaba pero al verlo comenzaba a reclamarle porque me invadían los celos”, recuerda ella.
El dolor de cabeza y las discusiones se habían vuelto algo cotidiano. Él no entendía qué estaba pasando y se preguntaba cuál era el motivo para que ni siquiera pudieran hablar para encontrar una salida, esto lo ponía muy nervioso. A raíz de esto surgieron los problemas de salud. “Tuve tres preinfartos, tenía artrosis y vivía cansada, sin ganas de hacer nada y con un vacío enorme en mi interior. No era feliz al ver a mi familia desunida y la rebeldía de mis hijos”, agrega.
Económicamente no avanzaban, tenían muchas deudas y trabas. Sumado a esto su madre se enfermó y debió ser hospitalizada. “En el hospital recibí una invitación para ir a la Universal, acepté y ese mismo día fui. Salí con una paz que nunca había sentido, tenía esperanzas. Comencé a participar de las reuniones y mi mamá fue sanada, perseveré y mi vida fue cambiando, principalmente mi carácter y mis pensamientos. De a poco mi familia fue cambiando también y mi matrimonio fue restaurado. Pagué todas mis deudas y salimos adelante. No tengo más problemas de salud y puedo decir que soy feliz porque logré las bendiciones usando mi fe con inteligencia”.
Ellos concurren a la Universal de Formosa en Moreno 475.
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