“Mis vicios destruyeron mi familia”
Pablo: “Comencé fumando tabaco, seguí con la marihuana y terminé consumiendo pastillas. Crecí en una familia que me crió de la mejor manera, pero en la escuela veía que mis amigos fumaban tabaco y marihuana y me llamaba la atención. Empecé a consumir con ellos porque quería formar parte de un grupo, sino me sentía afuera; quería ser uno más.
Al principio era un juego, me sentía ‘un capo’, pero cuando conocí la marihuana me metí de lleno en ese mundo. Estuve tan mal que perdí mi valor como persona.
Estuve un año y medio metido en los vicios, a medida que pasaba el tiempo me quedaba solo, con un vacío enorme en mi interior. Vivía nervioso, le mentía a mi familia, hasta que encontraron marihuana en mi casa y empezaron los problemas.
Sabía que estaba mal lo que hacía, pero no me podía controlar, quería fumar y llenar ese vacío que sentía. El peor momento fue cuando tuve ataques de nervios, me desconocía. Mi familia terminó destruida, mi papá se fue de casa, le mentí y volvió, pero todo fue peor. Me cortaba mi propio cuerpo por los nervios, no daba más.
Gracias a Dios conocí el tratamiento de la Cura de los Vicios. Mi mamá comenzó a luchar por mí y un día la acompañé. Ese día tomé conciencia,creí y me sentí libre y con paz. Desde ese momento, con perseverancia logré liberarme. Hoy soy feliz, no tengo más vicios, no necesito nada de eso, llené mi vacío con la presencia de Dios y recuperé la confianza de mi familia”.
“Si Dios no me respondía, iba a suicidarme”
Walter: “Consumí cocaína y marihuana desde los 13 hasta los 21 años. Por los vicios perdí todo, fumaba hasta 15 porros por día, consumía dos tizas de cocaína los fines de semana, no me importaban mis hijos; no tenía sentimientos. Me iba de mi casa y no me importaba volver.
Mi familia sufría mucho, mi madre me revisaba para ver si no me habían lastimado, yo le pegaba a mi esposa, no me importaba nada. Consumía tanto que las personas que me proveían de droga me la fiaban, sabían que yo les iba a pagar. Prácticamente no trabajaba, ganaba dinero comerciando gallos de riña.
De chico quería ayudar a mis vecinos que se habían perdido en los vicios, pero cuando uno no tiene a Dios, no tiene la capacidad para hacerlo, por eso terminé metido yo también en los vicios. Si no me drogaba, no trabajaba; para la sociedad era un caso perdido.
Cuando llegué a la Universal estaba drogado, no creí que Dios estaba acá. Al tiempo cometí un delito y me buscaban para matarme, tenía pánico. Ahí tomé conciencia y pensé que si el diablo existía, Dios también tenía que existir. Me acerqué a la Universal decidido a cambiar mi vida, si Dios no me respondía, me iba a matar. Ese mismo día dejé todo. Volví a mi casa y le pedí perdón a mis familiares, pero ellos me dijeron que preferían que me drogara antes de verme en la iglesia.
No bajé los brazos y gracias a Dios hoy soy feliz, recuperé mi matrimonio y a mi familia. Cambió todo porque creí y perseveré”.
Si usted sufre por un vicio o tiene un familiar que no logra salir de una adicción, participe este domingo a las 15h en Av. Corrientes 4070, Almagro, y descubra que los vicios tienen cura.
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