“Dependía de mi suegra para comer”
Rubén Paz estuvo involucrado por años con el cigarrillo, el alcohol y las drogas, el vicio lo dominaba por completo. Él quería dejarlo, pero no lo lograba, formó su familia porque quería una vida diferente, pero regresó al mundo de los vicios, lo que provocó que también sufriera miseria. “Gastaba el dinero de la comida de mis hijos para comprar drogas, no tenía trabajo y llegué al punto de depender de mi suegra para comer”, recuerda.
Cuando envió su pedido al Templo de Salomón, estaba seguro de la respuesta de Dios. “Decidí sacrificar en el Altar. Dios no me negó nada de lo que le pedí porque yo no le negué lo que Él me pidió. La respuesta fue mi liberación de los vicios, mi familia fue restaurada, y en lo económico Dios me dio la visión para conquistar mi casa propia, el auto y una empresa constructora, somos prósperos y felices”, afirma sonriendo.
“El cáncer fue borrado de mi cuerpo”
Miguel Ángel Molina Torres manifestó la fe en un momento difícil. Se decidió a enviar su pedido al Templo de Salomón luego de que consultara al médico y le diagnosticaran que tenía cáncer de hígado. Él no aceptó padecer esta enfermedad y se lanzó completamente en el Alta presentando su sacrificio.
“Cuando me comunicaron que tenía cáncer de hígado, no le conté a nadie, solo hablé con Dios. Mi esposa ya había perdido a dos familiares y no quería que sufriera una vez más, entonces opté por usar mi fe para resolver la situación. Recuerdo que envié mi pedido al Templo de Salomón, tenía certeza de que Dios respondería y así fue. Me realizaron estudios nuevamente y se comprobó que no hay más células cancerígenas en mi cuerpo. Fue un milagro”.
“Era imposible que tuviera un hijo”
A Aldana Velázquez le diagnosticaron una infección urinaria y la medicaron, pero los dolores no cesaban. “Me hicieron nuevos estudios y en una placa detectan que tenía una hemorragia interna por lo que debían operarme de inmediato”, cuenta.
Un ovario se había reventado por la cantidad de quistes que había en su interior. Después de la operación, quedó en coma por cuatro meses. Si bien se recuperó, no podría ser madre y su sueño era tener un hijo.
“Decidí dar todo por el todo, anhelaba tener un hijo, así que sacrifiqué y envié mi pedido al Templo de Salomón. A las dos semanas comencé con los síntomas de embarazo sin haber realizado ningún tratamiento médico. Recuerdo que lloré y le agradecí a Dios, porque era un milagro. Hoy soy mamá de un bebé de tres meses”.
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