Con casi 22 años de matrimonio, el pastor Emerson Assis, de 42 años, y su esposa, Méuri Luiza Vedovello Assis, de 43, pasaron por innumerables desafíos desde el comienzo de la Obra, en una pequeña iglesia del interior de San Pablo.
Aún con dificultades en el inicio de la relación y en el ministerio – como el hecho de no tener una cama para dormir y de compartir las noches de sueño con diversos insectos que entraban en la casa -, siempre mantuvieron el foco en su único objetivo: ganar almas para el Reino de Dios.
En esta entrevista, la pareja cuenta un poco más sobre sus historias de vida, el inicio del noviazgo y las actividades que desarrollan en la Universal.
¿Cómo llegaron a la Universal?
Él: Tenía 12 años. Mi madre llegó a la iglesia por causa de problemas con el alcoholismo en la familia. Ella necesitaba un consejo, comenzó a frecuentar la Iglesia y a hacer las cadenas, hasta que hubo liberación. Y gracias a eso, toda la familia también comenzó a venir a la Iglesia.
Ella: Mi madre fue la primeraen llegar a la Universal para buscar la cura de mi abuela. Ella fue curada y eso me impresionó, porque nadie hasta entonces había logrado darle una solución al problema. Vi que en aquella Iglesia estaba el Dios Vivo que curaba, pero tardé 5 años para comenzar a frecuentarla.
Tenía 17 años y bebía para enfrentar el abismo que sentía. Mi padre era alcohólico y, por eso, tenía fácil acceso a las bebidas. Pero pedía todos los días conocer al Dios de la Universal y, en el día en que entré en la Iglesia, al leer “Jesucristo es el Señor”, fui liberada y nunca más coloqué una gota de bebida en mi boca.
Ella: Cuando yo llegué, él ya estaba hace mucho tiempo en la Iglesia. Algo de él me llamó la atención en comparación a los otros muchachos. Él era el que más hablaba, no estaba de acuerdo con lo que los otros decían y tenía opinión propia. Él no se quedaba jugando con los demás. Comencé a observarlo, cuando ya tenía seguridad de lo que quería, pasé a hacer propósitos de oración para conquistarlo.
Él: Lo increíble es que nosotros vivíamos en la misma calle desde la infancia, en Paulínia (SP), nacimos en el mismo hospital, teníamos amigos en común, pero no nos conocíamos.
Ella: Es verdad. Es gracioso porque, incluso en la Iglesia, solamente lo conocí después de algunos meses, porque él iba a una reunión y yo iba a otra. Nos conocimos en el Grupo Joven.
¿Cómo fue el inicio de la relación?
Él: Ella era profesora y yo la observaba cuando pasaba por el frente de la iglesia para ir al trabajo. Yo era obrero y abría la Iglesia siempre en el mismo horario, a las 7 de la mañana.
Al comienzo de la relación no había ningún querer de mi parte, era más voluntad de ella. Ella me contó después que hacía propósitos y que ungía las cosas. Después nos pusimos de novios, nos comprometimos y uno año después nos casamos.
Conquistamos todo lo que una pareja necesita, como el auto y la casa. Cuando ella ya estaba estabilizada en una escuela y yo en una multinacional, fuimos llamados para hacer la Obra en el Altar.
¿Cuáles fueron los primeros desafíos en la Obra?
Él: Cuando fuimos llamados, dejamos todo y nos fuimos a ayudar a un pastor en una iglesia pequeña, donde no había ni lugar para dormir.
Ella: Difícilmente teníamos agua. En las pocas veces que lográbamos llenar el tanque de agua, era con agua marrón. Para beberla teníamos que ir a buscarla en una canaleta en la entrada de la ciudad.
La otra esposa de pastor y yo, teníamos que ir a buscar con botellas de plástico, pero para cárgalas era complicado, pues yo solo pesaba 52 kilos.
Con aquella agua teníamos que bañarnos, comer e incluso lavar la ropa. Dormíamos en el piso, había un matorral en el fondo de la casa y entraban sapos, arañas y varios tipos de bichos. Pero era muy bueno, porque el foco no estaba donde vivíamos, y sí en llevar a Dios a aquel pueblo sufrido.
¿Cómo fue pasar por varias ciudades de San Pablo?
Él: Después de algunos meses, asumimos una nueva Iglesia en Vinhedo (SP). Nunca trabajamos fuera del estado y pasamos por lo menos dos veces en la mayoría de las ciudades. Fuimos a Campinas, Bragança Paulista y Jundiaí. Después, Amparo, Itatiba, Cotia, Jandira, Piracicaba, São Paulo, Praia Grande, Birigui y Ribeirão Preto.
Cuando estábamos nuevamente en Campinas, el obispo Romualdo Panceiro nos pidió que ayudemos al obispo Sergio Corrêa en el trabajo con los obreros. Durante 1 año lo ayudé en las Caravanas del Rescate y el programa “Obreros en foco”. Después estuve dos años en el barrio de ItaimBibi, en la capital paulista.
Hoy ayudo nuevamente en el trabajo con los obreros, en el Bloque de Guarulhos (Gran San Pablo), con el obispo Domingos Siqueira, que es el responsable actual.
¿Qué es lo que más admira uno del otro?
Él: La perseverancia y el hecho de Méuri siempre quiere hacer lo mejor. A veces, la importuno porque ella quiere todo muy correcto, pero eso es una cualidad. Admiro también esa fe que tiene, siempre demostrando que está en el primer amor.
Ella:¿Puede ser todo? (risas) Destaco su postura. Emerson es el amigo, el padre, el marido, es todo junto para mí. Puedo desahogarme con él, porque él me va a dirigir. Él es mi pastor. Después de mi Señor, mi marido es la persona más importante en mi vida.
¿Pueden citar una situación que marcó sus vidas?
Él: Fue mi consagración como pastor, en 1998, en la Catedral de João Días, en San Pablo, realizada por el obispo Macedo.
Ella: Un momento difícil fue la muerte de mi padre, que no era convertido y tenía cáncer. En el hospital, vi la lucha para sacar un alma que ya estaba en el infierno y colocarla en las manos de Dios. Era como si hubiese visto la lucha de los demonios peleando por el alma de mi padre. Me quedé toda la noche hablando con él, en oración, ayuno y lágrimas, hasta que él entendió que solamente el Señor Jesús podía salvar su alma.
En el momento en el que él murió, mi corazón se tranquilizó. Con eso, sé exactamente lo que es la desesperación de alguien que no sabe hacia dónde va después de la muerte. Nuestra batalla es por las almas y nada más en este mundo tiene valor, a no ser llevarlas hacia el Reino de los Cielos.
Méuri, usted es la responsable por el trabajo del Godllywood Girls en Brasil. ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta?
Primero tenemos que concientizar a los padres. La madre tiene que entender las necesidades de la hija, pues las enseñanzas de ella combatirán los del mundo. Las niñas son influenciadas por todo aquello que les es presentado.
Si la niña no besa en la escuela es considerada una extraterrestre, recibe influencia de la música que tienen doble sentido, de la moda, de los artistas.
Entonces, ¿Cómo una niña que desea agradar a Dios debe lidiar con todo eso?
Mostramos que la madre no puede actuar con sentimientos y creer que la “educación” de este mundo es normal, pero actuar con la razón y de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia.
La idea es blindar a las jovencitas, tanto en la vida espiritual como en la postura delante de las demás personas con relación al noviazgo, y enseñarles que deben preservarse.
La ayuda de la madre es indispensable y, juntos, con la dirección del espíritu Santo, vamos formando mujeres de Dios que harán la diferencia.
¿Cuál es el mensaje que les dejan a los lectores?
Él: Es la persona la que se tiene que mantener mirando hacia el blanco, que es el Señor Jesús. En Apocalipsis dice que el vencedor recibirá la corona de la vida, que es la Salvación.
El vencedor no es aquel que conquista bienes, porque todo eso viene por causa de la manifestación de la fe. El verdadero vencedor es aquel que conquista y mantiene su salvación.
Ella: Aquí todo el mundo es pasajero y vale la pena soportar todas las aflicciones por el Señor Jesús. A partir del momento en que se conquista la Salvación, tenemos que preservarla hasta el fin.
Perfil de la pareja
Un libro
Él: “Derrumbando Golias”, de Max Lucado
Ella: “En los pasos de Jesús”, del obispo Macedo
Un sueño
Ambos: visitar Israel
Mejor comida
Él: Arroz, porotos y bife
Ella: Macarrones
Película
Él: “Pearl Harbor”
Ella: “Matilda”
Deporte favorito
Él: Futbol
Ella: Vóley
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