El obispo Macedo ha realizado una serie de reuniones especiales en Portugal. Los días 27 y 31 de mayo, él pasó por las ciudades de Lisboa y Vila nova de Gaia. En los encuentros, el obispo buscó mostrarles a los presentes la mejor forma de fortalecer y usar la fe. “Si su vida aún no comenzó a florecer es porque usted dejó entrar a la duda”, declaró.
En Vila Nova de Gaia, la reunión denominada “La noche de la Salvación”, contó con la presencia del responsable por el trabajo de la Universal en Europa, el obispo Julio Freitas. Aproximadamente 1,6 mil personas estuvieron presentes y oyeron al obispo Macedo explicar que muchos buscan la solución a sus problemas, respuestas a sus anhelos, pero se olvidan de que el cuerpo humano es el templo del Espíritu Santo, abrigando la mayor creación divina: la vida.
“Nosotros, delante de Dios, somos como un niño”, resaltó. “Pedimos cosas, las soluciones a nuestros problemas, pero Dios no quiere tan solo atender esa necesidad. Sobre todo, Él quiere atender su necesidad mayor. Él no quiere que usted esté en la dependencia de alguien, sino que tenga su vida con Él, independientemente de las personas, de la Iglesia. Dios quiere mucho más allá de lo que, generalmente, las personas puedan imaginar. Él quiere hacer morada dentro de usted.”
En Lisboa, el encuentro contó con la presencia de 2,5 mil personas, del obispo Renato Cardoso, además del obispo Julio Freitas. El obispo Macedo destacó que abrigamos en nosotros el Espíritu Santo, pero que es necesario tener fe para hacer de nuestro cuerpo un abrigo apropiado para él.
“Su vida también es un trueque. Si usted no le da su vida a Jesús, no recibirá nada, nada, cero”, afirmó el obispo. “Abraham tuvo que dejar todo hacia atrás para seguir, para obedecer la Palabra de Dios, para depender de Dios. Abraham obedeció y porque obedeció, a medida que iba obedeciendo, iba también cosechando los frutos de aquella obediencia. Él fue bendecido en todo. Toda su vida fue una bendición, pero siempre hubo sacrificio.”
El hombre no es perfecto ni llegará a serlo, pero tiene la oportunidad de ser mejor cada día y, de esa manera, recibir las bendiciones que Dios tiene separadas para cada uno. Basta eliminar la duda. “En el medio de esta caminata usted dudó, se detuvo, retrocedió, en vez de mantener dentro de sí aquella certeza, la convicción de que Dios va a suplir su necesidad. Es en esa fe que usted tiene que dar para Dios. La pregunta es: ¿Él le va a quedar debiendo algo? A partir del momento en el que usted planta, comienza la química de la multiplicación”, concluyó el obispo.
(*) Colaboró Isabel Barbosa
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