Un cuadro muy frecuente en épocas de alta temperatura, una manera de prevenir y disminuir el riesgo es controlar la fecha de vencimiento de los productos, así como mantener la cadena de frío y cuidar la higiene al cocinar. Cómo reconocer los síntomas
En los últimos días aparecieron algunos casos de gastroenteritis por intoxicación, algo relativamente frecuente en verano, y que no sólo está relacionado con el mal estado de los alimentos, sino también con una inadecuada conservación e higiene.
Es que ante las altas temperaturas es necesario extremar los cuidados. Los puntos fundamentales son conservar y garantizar la cadena de frío, y prestarle mucha atención a la higiene de los alimentos. Esto implica, por ejemplo, no sólo lavar las verduras, sino también procurar no utilizar el mismo cuchillo o la misma tabla al cocinar carnes que al cocinar verduras.
Por otro lado, es importante chequear la fecha de vencimiento de los alimentos. Esta pauta no es arbitraria ni azarosa, y si bien en algunos productos comer algo más allá de ese límite puede no traer problemas, en lo lácteos por ejemplo los riesgos son altos.
“Los alimentos transportan nutrientes, pero también sustancias tóxicas. Esto pasa mucho con las verduras debido a los productos que a veces se utilizan al momento del cultivo”, expuso la doctora Susana Gutt, médica Nutricionista.
La carne también tiene sus riesgos, pero en este caso el peligro no tiene que ver con las sustancias utilizadas durante la vida del animal en cuestión (vaca o pollo), sino más bien con las bacterias que son capaces de sobrevivir cuando la cocción no es la adecuada.
Pero, ¿qué hacer cuando se produce una intoxicación?, y sobre todo, ¿cómo identificar el cuadro?. En este sentido, vale aclarar que aunque muchas veces cueste identificar cuál fue la comida que generó el problema -sobre todo si se viene de una semana cargada de eventos- los síntomas suelen presentarse entre uno y tres días después de haber ingerido el alimento en mal estado o mal cocinado.
Entre las principales manifestaciones, están las náuseas, vómitos y diarrea, que pueden ir acompañados de fiebre, deshidratación y calambres.
En todos los casos, lo más recomendable es consultar inmediatamente al médico para que éste pueda poner en marcha el tratamiento que suele constar de tres pasos: por un lado el control de los síntomas; por otro la restitución de la flora intestinal que muchas veces se pierde como consecuencia de la diarrea, y en tercer lugar la eliminación de la bacteria que causó el problema.
Para el primer punto puede recurrirse a antifebriles; para el segundo a algún preparado que por supuesto debe ser administrado en el marco de un plan alimentario que contribuya a calmar los dolores, las náuseas y los vómitos (generalmente éste se compone de arroz, pollo y queso). Finalmente para la tercera instancia suelen administrarse antibióticos.
No obstante, cada cuadro y sobre todo cada paciente es diferente y reacciona de manera distinta. Por lo tanto lo primero que hay que hacer ante la presencia de los síntomas descriptos es evitar automedicarse y llamar rápidamente a un médico.
Suele ser muy útil -ante un evento de este tipo- escribir una lista con todo lo que se comió en los últimos días. De esa forma será más fácil para el médico identificar cuál puede llegar a ser la causa del problema.