Zunilda Olviera se acercó a participar de las reuniones de la Universal debido a una enfermedad incurable: “Tenía cáncer de útero, me lo descubrieron cuando nació mi hijo, hace unos 20 años”, recuerda.
Sin embargo, ese no era el único problema que enfrentaba. Su matrimonio estaba en crisis por los vicios que tenía su esposo, que fumaba, tomaba demasiado y jugaba a las cartas. “Él se iba los fines de semana y, cuando volvía, nos peleábamos. Él llevaba una vida de soltero y yo se lo recriminaba”, cuenta Zunilda.
Buscando ayuda, ella se acercó a diferentes casas de espíritus. “Íbamos a todo lugar que nos indicaban, pero lejos de mejorar, todo estaba cada vez peor. Económicamente también estábamos mal, porque vivíamos de fiado, no podíamos ni comprar una garrafa para calentar agua, teníamos que usar ramas para hacer fuego”, cuenta esta mujer, que vivía una humillación constante.
Sin embargo, el peor momento de sufrimiento llegó luego del nacimiento de su hijo. “Siete días después de parir, empecé a sufrir hemorragias. Me internaron, empezaron a hacerme estudios y el resultado fue aterrador, tenía cáncer de útero. En cada período menstrual tenían que internarme e incluso hacerme transfusiones de sangre por las abundantes hemorragias que tenía. Con solo una semana de vida, mi hijo quedó al cuidado de sus hermanas, yo no lo podía amamantar por la cantidad de medicación que tomaba. Empecé el tratamiento pero gracias a Dios, conocí la Universal a través de mi marido, que me traía ejemplares de El Universal”.
Cuando ella comenzó a participar de las reuniones, se enfocó en las cadenas de liberación, así fue aprendiendo a usar la fe para cambiar su situación. Paulatinamente, Zunilda pudo ver cambios en su vida: “Mi marido empezó a decirme que me quería, dejó los vicios, yo me curé del cáncer, quedé embarazada una vez más a pesar de que el médico me había dicho que no iba a poder tener más hijos, conquistamos nuestros negocios, nos independizamos y somos muy felices”.
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