Verdaderamente, el Mundo de la Fe no se refiere a la religión o al mundo religioso. Al contrario, el Mundo de la Fe se refiere al Mundo Invisible de Dios. Es el Reino de Dios. Es el Reino de la Fe. Este no se explica, se vive. Es el Mundo de la justicia, de la misericordia y de la fe. Quien en él vive y se mantiene hasta la muerte, con certeza vivirá por toda la eternidad. Para eso, hay que mantenerse venciendo la guerra contra los deseos de la carne.
El gran problema es que, en la guerra entre la carne y el Espíritu, solo vence el nacido del Espíritu. Los nacidos de la carne pueden incluso ser fieles en la iglesia, atender algunas exigencias doctrinarias e incluso confesar a Jesús como Salvador con los labios. Sin embargo, en las batallas del ejercicio de la obediencia a la Palabra de Dios, difícilmente lograrán vencerlas a todas. Es que el nacido de la carne, quiéralo o no, es carnal. Su naturaleza es carnal y no hay cómo cambiarlo por sí mismo. Salvo si muere para este mundo y busca el nuevo nacimiento en el Mundo del Espíritu de Dios, lo que requiere el sacrificio de la voluntad de la carne para sujetarse a la Voluntad del Espíritu mediante la obediencia a Su Palabra.
Pero el hecho es: no hay cómo ser carnal y vivir, y sujetarse al Espíritu de Dios. ¡Imposible! Sería lo mismo que haber nacido mono y comportarse como un ser humano.
Pablo se refiere a este tema de forma clara e incuestionable cuando dice:
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él. Romanos 8:5-9
Y garantiza la resurrección de los muertos que, en vida en este mundo, se sujetaron al Espíritu de Dios.
Y si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, El que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros. Romanos 8:11