Ivan Fernandez Anaya entrenó muchos meses antes de llegar allí. Era una carrera en su “casa”, en la ciudad de Navarra, España, donde todo el público alentaba para que un compatriota se llevase el oro. Ivan se dedicó y dio lo mejor de sí en toda la carrera y, paso tras paso, buscó la victoria y, cuando ella llegó, él la dispensó.
Sucede que el otro corredor, el keniano campeón olímpico Abel Mutai, lideraba la prueba hasta la recta final, con gran ventaja sobre Ivan, el segundo. Faltando aproximadamente 15 metros para la línea de llegada, él paró de correr.
“Veo que él para y no cruza la línea de llegada”, cuenta Ivan. “Las personas presentes intentan ayudarlo diciéndole que siga adelante, pero, es claro, él no entiende castellano y cree que ya cruzó la línea de llegada. Él fue superior a mí en toda la carrera y el único intento que tuve fue el de llevarlo a la línea de llegada”.
Ivan podría haber ignorado al adversario y cruzado la meta en primer lugar, pero la honra y la honestidad que aprendió desde niño no lo dejaron siquiera considerar esa hipótesis.
Ivan sacrificó la medalla de oro, el dinero del premio, el título, todos los meses de entrenamiento y la decisión durante la prueba por alguien que él no conocía y, probablemente, no vería nuevamente. Él renunció a su objetivo para hacer lo que era moralmente correcto.
Vea el video del momento en que eso sucedió:
Y usted ¿qué haría?
“Fue lo más lindo que me sucedió en esos 15 años de atletismo, mucho más que una victoria”, declaró Ivan meses después del evento.
¿Pero por qué él se sentiría tan bien por haber renunciado al premio? A pesar del sacrificio, Ivan decidió hacer lo que era correcto, él optó por el placer a largo plazo en vez del placer inmediato.
El obispo Júlio Freitas explica en su sitio que el sacrificio debe estar presente en el hombre, cualquiera que sea su objetivo. “El sacrificio es esencial para la fe cristiana” explica él. “Jesús dijo que si la persona no está preparada para dejar (sacrificar) todo lo que tiene, hasta su propia vida, no puede ser Su discípulo”.
De acuerdo con el obispo, sacrificar significa renunciar a algo por un propósito o un ideal. En el caso de Ivan, lo ideal en aquel momento fue estar en paz con su moral, sus sentimientos. Él no estaría feliz si hubiera ganado sin ser por sus propios méritos.
La vida está hecha de sacrificios y solamente a través de ellos es posible alcanzar la victoria. Nadie puede conquistar sin sacrificar. Si un niño quiere tener buenas notas en la escuela, tiene que sacrificar. Si más tarde, quisiera tener un curso superior, tendrá igualmente, que sacrificar. Si una persona desea casarse, también tendrá que sacrificar. Si usted quiere ser exitoso en algún negocio, debe sacrificar. Si alguien quisiera tener hijos… sacrificar. Y así por adelante”, concluye el obispo.
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