La historia cuenta que cierta noche, durante una fuerte nevada, en la sede de la entidad “Misión de los Huérfanos” en Washington, Estados Unidos, un pastor oyó que alguien golpeaba la puerta. Al abrirla se encontró con un niño cubierto de nieve, con poca ropa, trayendo en sus espaldas a otro niño más pequeño. El hambre estampada en el rostro, su frío y su miseria conmovieron al pastor.
El sacerdote los hizo entrar y dijo: – Él debe ser muy pesado.
Y el niño exclamó: – Él no es pesado, ¡es mi hermano!
La verdad es que ellos no eran hermanos de sangre, sino hermanos de la vida.
Colaboró: Obispo Rogério Formigoni