Hoy vamos a referirnos a la mujer trabajadora, a la que no tiene pereza a la hora de poner manos a la obra. Ella es trabajadora, no depende de los demás, toma enseguida la iniciativa de hacer las cosas, esta mujer también trabaja activamente con su mente porque planifica todo su día, todo lo que va a hacer.
Su día le rinde, pues ella no deja sus quehaceres para después.
Cuando una mujer es trabajadora, Dios la honra, dándole de lo mejor. Así sucedió con Rebeca que fue admirada por Dios. Ella fue esa mujer que “Ciñe de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos.”, (Proverbios 31:17).
La mujer que es trabajadora no mide esfuerzos para abastecer su casa, está atenta a todo y a todos a su alrededor. A todo hombre le gusta tener esa clase de mujer a su lado, pues confía en ella, sabe que ella cuidará del buen funcionamiento de la casa.
Yo, particularmente, tengo placer en dejar mi casa y las cosas de mi marido en orden, pues así él no necesita preocuparse por nada.
Queridas, vean que son muchos los beneficios que una mujer trabajadora tiene y, el más importante, es que ella es honrada por Dios.
Entonces, vamos a dejar la pereza de lado y a poner ¡manos a la obra!
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