Las grandes expectativas que se tienen del ser amado y la idea de que un compañero es lo que falta para ser feliz, son algo muy presente en la mayoría de las personas. Todos quieren una persona compañera, que esté siempre a su lado, cómplice y fiel. Pero ¿existe alguien capaz de completar lo que nos falta? Ese puede ser un deseo peligroso.
“Una persona apasionada no ve la realidad porque está desequilibrada psíquicamente. Proyecta expectativas en el otro y, muchas veces, percibe características que no se condicen con lo que el otro realmente es, no ve los defectos del otro”, explica la psicóloga Maura de Albanesi.
El psicólogo clínico Fernando Romeiro agrega que la pasión puede alterar la calidad de vida del apasionado. “Es común ver a personas que experimentan un miedo exagerado de no ser correspondidas y pasan a hacer de todo para conquistar y no perder a su pareja. Muchos, cuando están apasionados, dejan de ser quienes realmente son para ser lo que el otro espera. Esa no es una buena manera de relacionarse”.
Proyectar las expectativas propias en el otro genera un riesgo enorme de frustración y decepción. Creer que el compañero suplirá sus carencias es un error muy grande. “Quien dice que necesita del otro para vivir está transformando a su pareja en un objeto. Presupone que la persona es una extensión de sí mismo y que puede ser controlada, esto comienza con celos inofensivos y termina en agresiones. Una señal de obsesión es cuando uno comienza a invadir la individualidad del otro”, destaca la psicóloga.
Amor patológico
Investigaciones recientes sostienen que el amor en exceso es un problema de salud. El sujeto no logra controlar la cantidad de atención que le presta a su pareja, presenta un alto grado de impulsividad y suele tener relaciones conflictivas desde el comienzo. Suele permanecer en una unión destructiva y no logra poner un punto final a la relación.
Cuando el amor se convierte en obsesión, la persona, ante la ausencia del otro, experimenta insomnio, depresión y ansiedad, como los adictos a sustancias químicas. Observar las señales en la relación, identificar si algo anda mal entre ustedes y buscar ayuda a tiempo es algo indispensable.
“Entendí que necesitaba curar mi corazón”
Francisca tenía una vida amorosa muy triste, cada vez que concretaba una relación, se terminaba todo y no sabía por qué sucedía eso. “Tuve depresión, pensaba que mi vida ya no tenía sentido porque mi sueño era tener una familia y nunca se había concretado. Intenté suicidarme por estos problemas, ya no me valoraba como mujer, me sentía usada y veía a los hombre como si fueran todos iguales. Empecé a odiarlos, no creía que pudiera ser feliz.
Al participar de la Terapia del Amor fui cambiando, Dios curó mi corazón y pude ver las cosas de manera diferente. Me concentré en cambiar y no me preocupé por formar una familia. Me sentía bien, volví a creer en la felicidad, conocí a un hombre diferente y al tiempo nos casamos. Estamos casados hace diez años, tenemos una hija y somos muy felices”.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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