En el inicio de la madrugada del sábado 26 de setiembre, el obispo Djalma Bezerra comenzaba también la esperada Vigilia del Espíritu Santo. No era una vigilia más, muchas personas recibieron en esa velada la visita más importante de sus vidas. Otros renovaron su comunión con Aquel que dirige sus pasos.
Las instalaciones del Templo de la Fe en Almagro quedaron colmadas, y los sedientos saciaron su sed a través de la Palabra proferida y de la fervorosa búsqueda por la que habían estado esperando.
Esto no solo se vivió en Buenos Aires, sino también en cada punto dónde hay una Universal en nuestro país.
Cuando ya ha transcurrido casi una semana del Ayuno de Daniel, esa noche fue una cita marcada para aquellos que desean recibir el Espíritu Santo. Para muchas personas significó el inicio de una nueva vida y, para otras, fue la oportunidad de renovar sus votos con Dios, mediante un avivamiento y un fortalecimiento espiritual.
El obispo Djalma dio comienzo a la reunión predicando acerca del perdón, ya que es imposible que el Espíritu Santo habite en un corazón que está ocupado y sucio con resentimientos. Él es la visita más importante de la vida de la persona y para ser Su Templo el corazón debe estar limpio y puro como Él.
Después de una oración para que los que tenían que perdonar lo hicieran, para así poder ser perdonados por el Señor, la prédica se centró en Juan 4, en donde Jesús explica que el Agua Viva que ÉL da, hace que quien la bebe no vuelva a tener sed jamás, y se transforme en “una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Pero “el pozo es hondo” para encontrar el Agua viva.
Entonces requiere, exige sacrificio total, toda la fuerza.
Sacrificio del yo, de las mentiras, de la prostitución, del adulterio, del mal carácter, de lo más nos guste en este mundo, exige abandonar la vida incorrecta.
Todos los que participaron de esa noche inolvidable tuvieron la oportunidad de saciar su sed y de transformarse en la propia fuente, para beber ellos y dar de beber a los que los rodean.