¿Por qué Jesús eligió el Monte Hermón para ser transfigurado?
¿Por qué eligió tan solo a Pedro, Santiago y Juan como testigos?
Jesús no decía nada innecesario, no pensaba en tonterías, no se fijaba en lo fútil ni en lo vulgar, no caminaba en vano, no paseaba, no tenía intereses personales, no era curioso, en fin, no gastaba Su vida con banalidades.
Al elegir a Pedro, Santiago y Juan para que Lo acompañen al pico del Monte Hermón, sabía lo que estaba haciendo. Su elección no fue por casualidad y no Se preocupó si los demás estarían tristes o resentidos. Al contrario, a causa de Su objetivo bien definido, elegiría lo que debia ser elegido y haría lo que tenía que ser hecho. Más tarde, Pedro vendría a testificar, diciendo:
“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos Su Majestad. Pues cuando Él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la Magnífica Gloria una voz que decía: “Este es Mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia”. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con Él en el Monte Santo.” 2 Pedro 1. 16-18
Lo mismo se dio con relación al Monte Hermón. ¿Por qué no optó por el Monte de las Olivos, que amaba? ¿O el Monte Carmelo, cuando oyó la oración de Su siervo, el profeta Elías, y respondió con fuego? Y ¿por qué no el Monte de las Bienaventuranzas, donde enseñó los secretos de la vida eterna? En fin, ¿por qué optó por el Monte Hermón, el más alto de Israel y de mayor dificultad para escalar?
Esa respuesta la encontramos en el Salmos 133, donde dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía el Señor bendición, y vida eterna.”
Al elegir el Monte Hermón, el Señor Jesús quería atraer la atención de Sus discípulos hacia lo que representa, descripto en el Salmo profético.
Profético porque habla de la unidad, armonía y perfecta paz de los hijos de Dios en el Reino de los Cielos. Retrata exactamente el cuadro de la familia de Dios reunida en Su Trono.
Quién exclama: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”
Puede ser que el Espíritu Santo le haya dado a David la visión de la familia de Dios alrededor del Trono, de la misma forma como el Señor Jesús dio la visión del Apocalipsis a Juan, en la isla de Patmos. Y, delante de aquella exuberante visión, David exclamó con gozo: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!
Pero, si no fue David quien manifestó tal gozo, seguramente fue el Propio Dios Padre. Él exprime Su alegría y gozo de ver a Sus hijos, fruto del sacrificio de Su Primogénito Jesús, al rededor de Sí.
La alegría es tan inmensa que no hay palabras para exprésalas. Por eso, se necesita la comparación: “Es como el buen óleo sobre la cabeza…”
Tal óleo precioso sobre la cabeza arremete al derramamiento del Espíritu Santo en forma de unción física. Algo solo comprensible para los que ya experimentaron ese revestimiento un día.
“Es como el rocío del Monte Hermón” El rocío del Monte Hermón son las tres fuentes de agua formando tres ríos que se juntan y forman el río Jordán. El Hermón es actualmente, el responsable por el abastecimiento de agua en todo Israel. En aquellos tiempos, el agua era como el oro, la mayor riqueza de una comunidad. Tanto que las ciudades eran iniciadas alrededor de los pozos descubiertos. El agua es vida, sin ella es imposible la existencia de la vida. Cuando el Autor de la Vida retrata Su placer “como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion” se trata de la plenitud de vida que los hijos gozan en Su presencia.
El Monte Hermón es un Santuario invisible a los ojos de los impíos. Visible y revelado tan solo a los elegidos, a causa de su grandeza e importancia espiritual. No es en vano que el Señor Jesús lo eligió entre los demás. Al final, en él Dios ordena la bendición y la vida para siempre.
La transfiguración de Jesús en ese Monte muestra Su voluntad de ver a Sus seguidores también siendo transformados según la gloria de Dios para oír la misma Voz del Padre, diciendo: “Este es Mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia…” Nuevas criaturas. Criaturas celestiales que traen en sí la imagen y semejanza del Altísimo, a ejemplo de Adán y Eva, antes del pecado.
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Prepárese, el domingo 26 de agosto, al finalizar este Ayuno de Daniel, el obispo Macedo, juntamente con otros hombres de Dios, subirán al Monte Hermón, no pierda esta bendición, en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a usted.