Una madrugada de diciembre de 2009.Un secuestro exprés. Una hora y media en manos de tres hombres dentro de una camioneta. Minutos antes, la noruega Monika Korra (foto) volvía de una fiesta para su casa en compañía de tres amigos. “Sin que me dé cuenta, alguien me agarro de atrás y me puso un arma en la cabeza”, relató ella al canal de televisión norteamericano ABC. Los amigos no pudieron detener a los hombres, que los amenazaron con un revólver. Según Monika, la violencia sexual comenzó desde que la obligaron a entrar al vehículo, estacionado cerca del campus de la facultad en la que estudiaba, en Dallas, Estados Unidos.
“Ellos me violaron uno a la vez, de a dos, de a tres”, ella recordó. “Ellos empujaron mi cabeza al piso de la camioneta y me dijeron ‘Haz lo que te decimos, sino te mataremos.”
Después de todo, la camioneta se detuvo cerca de un parque. Los hombres le pusieron cinta adhesiva en los ojos y en la cabeza, y la tiraron fuera del vehículo, con la amenaza de que la ejecutarían. Desnuda, la estudiante trató de detener a los autos que pasaban hasta que vio un vehículo policial y rápidamente fue llevada a un hospital.
En esa época, la joven tenía 19 años y vivía uno de los mejores momentos de su vida. Cursaba el segundo año de una beca completa en la Universidad Metodista Meridional.
“Maté el silencio”
Pero ese episodio, contando con detalles por Monika, ya no la lastima más. Mientras que la socorrían, ella se dio cuenta de que había sobrevivido a todo ese tormento. “Tomé la decisión aquella noche de que no dejaría que eso me marcara”, afirmó.
Monika decidió enterrar el pasado de una manera diferente. “Maté el silencio”, fue como nombró su calvario al escribir un libro sobre su historia. “Kill the Silence” (el nombre original) fue la respuesta que encontró para sus abusadores, siendo un portavoz para las víctimas de agresión sexual, que generalmente prefieren silenciar ese dolor.
Otra manera de enfrentar su mayor miedo fue visitar en la prisión a uno de los hombres que la atacó- los tres criminales fueron detenidos por la policía por medio del celular robado de Monika.
El juicio se realizó en diciembre del 2010. Ella tuvo la oportunidad de decir todo lo que guardo por un año. “Yo les dije que no los odio. Yo odio lo que ellos me hicieron”, recordó en su entrevista a ESPN. Al decir eso, dos de ellos lloraron. “Eso realmente significó mucho para mí, porque yo vi en ese momento que todo el mundo tiene algo bueno en su interior.”
Contrato a cambio de perdón
Dos de los abusadores recibieron penas de prisión perpetua por abuso sexual agravado. Uno fue condenado a 25 años de prisión.
Sabiendo que un día él saldría de prisión, Monika decidió visitarlo y le pidió que firme una especie de “contrato” como promesa de buscar ayuda a cambio de su perdón.
“Él firmo con su nombre y lloró. Él me dijo que apreciaba mucho la oportunidad de hablar conmigo. Yo le dije repetidamente: “Dígame qué fue lo que me hizo.” Y él respondió las siguientes palabras: “Yo te viole”. Fue difícil para él decirlo, pero es importante para él saber lo que hizo.”
Para Monika, las palabras dichas por él restauraran la fuerza y el poder que le habían quitado. “Para mí, el perdón no es para hacerme amiga de ellos, no es nada de eso. Todo fue para encontrar paz, dejando que todo eso pase. Es por mí.”
Basta para la violencia
Cada mujer puede encontrar su propia forma de perdón. El primer paso es librarse del sentimiento de odio, que antes de cualquier persona, lo afecta primero a usted. La Universal tiene un grupo de apoyo para mujeres que viven cualquier tipo de violencia, física o moral, el Proyecto Rahab. Acérquese a la Universal más cercana a su hogar y pida información sobre este proyecto.
¿Usted ya fue víctima de alguna agresión sexual? ¿Pudo perdonar?
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