“De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar tu palabra.” (Salmo 119.01)
Las ofertas del mundo son muchas. Yo las evito , sacrifico mis deseos, incluso si son atractivas para mis ojos. Hago esto para no estar lejos de mi Redentor y no dejar de escuchar su voz guiándome en el camino.
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