Muchas mujeres tienen en mente un matrimonio de cuento de hadas, en el cual el marido debe enviarle flores todos los días, darle serenatas de amor y no cansarse de declararle su amor. El gran problema es que ese tipo de relación es una ilusión. Como consecuencia de esa expectativa, algunas comienzan a pensar que el problema está en el compañero, ya que sus defectos parecieran ser más grandes que sus cualidades.
Para Mirian Lopes, psicóloga y especialista en sexualidad humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Pablo, las mujeres proyectan un hombre ideal de acuerdo a sus propias expectativas y, muchas veces, pasan los límites. “El amor romántico revela la expectativa del príncipe azul y el deseo emocional de una satisfacción afectiva plena y poco realista. Posiblemente, quien actúa de esta manera tiene poca tolerancia para lidiar con los defectos del otro”, explica.
Mirian también añade que es necesario dialogar sobre lo que le molesta de su compañero, con franqueza e interés. “Busque una nueva perspectiva de la situación, derribando los bloqueos y encontrando otras posibilidades de ajuste. También es posible desarrollar la capacidad de tolerar los defectos, de lidiar con sus propias dificultades y las de su pareja, comprendiendo la individualidad de cada uno”.
Otra especialista en el asunto es Daniela Rodrigues Costa, psicóloga clínica, señala que los problemas en la relación tienden a surgir exactamente cuando las expectativas sobre la persona amada son exageradas. “Ellas esperan que él no cometa errores. Pero, todos tienen defectos, así como virtudes. Y los defectos junto a la rutina y las responsabilidades del matrimonio terminan trayendo frustración”.
El problema es querer que él sea el príncipe azul
Elizabeth Pereira Rodrigues da Silva, está casada hace 21 años con Paulo Nepomuceno. Como se casó muy joven, a los 18 años, pensaba que todo sería perfecto y, por eso, tuvo muchos problemas al principio de su matrimonio. “Yo solo veía sus defectos, porque creía que todos los problemas que enfrentábamos eran su culpa. Debido a las dificultades, no podía ver las cualidades que existían en él, como el hecho de ser un buen padre, darme seguridad en los momentos difíciles, y ser un buen proveedor. Yo siempre quería más”, recuerda.
Por el hecho de que él no era el hombre que imaginaba, ella actuaba de la peor manera, haciendo que él se aleje de ella. “Le exigía todo el tiempo, siempre quería más atención, gestos románticos, quería que él estuviera conmigo todo el tiempo”, destaca.
Elizabeth sentía la falta de atención por parte de su marido, del tiempo para poder conversar, de paseos y, en lugar de conversar, lo comparaba al marido de sus amigas. “Él se enojaba mucho por mis constantes exigencias y comparaciones, me decía que yo tenía que vivir la realidad de nuestra vida y que dejara de imaginar a una persona que él no era. Esta actitud mía causaba muchos celos en nuestra relación”, dice.
Los años fueron pasando y el problema persistió, hasta que sucedió lo que ella menos quería, una traición. “En ese momento vi cómo se hundía mi matrimonio delante de mis ojos, fue entre aquellas circunstancias que me di cuenta que necesitaba buscar ayuda, ya que amaba a mi marido y no quería ver a mi familia destruida”, dice francamente.
Al ver el sufrimiento de Elizabeth, su hermana la invitó a la Universal. Ella aceptó la invitación sin demora, porque no aguantaba más el sufrimiento. “Fue a través de las reuniones que entendí que necesitaba enfocarme en la solución del problema. Dejé de atacarlo y comencé a mirar lo bueno que había en él, a pensar cómo podíamos mejorar nuestra relación, y empecé a esforzarme para que mi hogar fuera lo más agradable posible”, cuenta.
Hoy, ella se enorgullece del matrimonio que tiene, revela que aprendió a ver las virtudes de su esposo y a minimizar sus defectos. “Hoy nuestra relación es completamente diferente. Tenemos diálogo, comprensión y no lo comparo más con los demás. Hoy somos uno.”
¿Cómo lidiar con los defectos que molestan?
Todos los seres humanos tenemos defectos, por eso, se debe poner en la balanza las cualidades y las imperfecciones de su compañero para aprender a admirarlo.
Él puede dejar la toalla mojada encima de la cama, por ejemplo, pero es un hombre compañero; él se queda inmóvil cuando está nervioso, pero es el primero en ayudarla cuando usted más lo necesita.
“En el momento del enojo, tenemos que mantener un diálogo interno con nosotros mismos. Para que recordemos, él tiene ese defecto, pero tiene muchas virtudes. No voy a juzgarlo por eso. Después de todo, también tengo mis defectos”, aconseja Renato Cardoso, conferencista y conductor.
Ciertamente, entre las razones por las cuales se unió a su compañero estaban las cualidades que usted admiraba en él. Entonces, ¿por qué no tratar de rescatar lo que ya ha vivido una vez? No deje que la convivencia arruine lo más precioso que ustedes tienen, su matrimonio.
Siendo así, quedarse criticándolo no llevará la relación a ninguna parte. En lugar de esperar que él alcance todas sus expectativas, ponga en práctica el amor inteligente, céntrese en sus propios defectos y trate de mejorar como esposa. Por su cambio, con toda seguridad, él se dará cuenta que también debe cambiar y se volverá un marido más presente y atento.
El cambio comienza en usted
– Es importante contar con la ayuda de la fe. Todos los jueves se realiza la “Terapia del Amor”, una reunión que le ayudará a superar los problemas sentimentales.
– Céntrese, valore y aprecie las cualidades de su marido.
– Sea realista y tolerante. Entienda que todo el mundo tiene defectos y acepte que su marido no es igual a usted.
– Encuentre el equilibrio entre sus actividades y el tiempo dedicado a su compañero. Prepare una cena, no espere que solo él tome actitudes.
– Es necesario saber qué es lo que quiere decirle a su compañero. A veces, usted quiere que él entienda señales, pero él no va a entenderlas, sea directa.
– Tenga actitud. ¿Qué le parece si le propone realizar planes diferentes? ¿O aceptar de vez en cuando hacer algo que a él tanto le gusta?
– Crea y confíe en Dios. Luche para encontrar la solución, no se conforme apoyándose solamente en los defectos de su marido o en la situación.
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