El arte de educar es una tarea ardua. Hay momentos en que los padres pierden el control de la educación del hijo y no saben cómo actuar delante de una situación atípica. ¿Qué hacer cuando la elección de él prevalece y los padres tienen dificultades para aconsejarlo para que no sea perjudicado en el futuro?
Ni la pareja más mencionada de Hollywood, los actores Angelina Jolie e Brad Pitt, supieron lidiar con un escenario inusual dentro de su casa, cuando la primera hija biológica de ellos, Shiloh, de nueve años, anunció que deseaba ser identificada como un niño.
En la entrevista de la revista americada Vanity Fair, recientemente, ellos dijeron que decidieron buscar a un especialista para saber lidiar con el comportamiento de ella, ya que desde muy pequeña a ella le gusta vestirse con ropa masculina y prefiere jugar con niños.
Durante más de seis años, la pareja creyó que la niña estaba pasando por una etapa de descubrimiento y curiosidades, tal vez por la influencia de los cinco hermanos, o teniendo características de una tomboy (término en inglés usado para las niñas que tienen actitudes de varones). Según la revista, fuentes cercanas a la familia decían que Brad le decía a los amigos que se trataba tan solo una fase y que, con el pasar del tiempo ella la “superaría”. Hasta que Shiloh comenzó a pedir que la llamen niño.
A pesar de que afirmaron que no hicieron nada para incentivar ese comportamiento, los famosos fueron tomados de sorpresa delante de esa nueva exigencia.
Así como ellos, muchos padres, actualmente, se muestran confundidos y angustiados por la dificultad de lidiar con las preguntas pertinentes a la educación de los hijos, como explica la psicopedagoga Jane Barreto. “Los padres delegan a los niños, cuando aún son muy pequeños, la responsabilidad de decisiones que ellos aún no tienen la madurez para hacer. Estas elecciones, cuando son mal conducidas, pueden resultar en consecuencias negativas para un desarrollo saludable”, advierte.
Ya sea en relación a la sexualidad, al aprendizaje escolar, a la alimentación, o a las amistades, los padres deben estar presentes en la vida de los hijos, dándoles dirección para que anden sus caminos de la forma más acelerada posible. “Es necesario interferir en la vida de ellos, pero respetando las etapas del desarrollo y el tiempo de cada uno, no anticipando o saltando cada momento precioso, como jugar, por ejemplo”, aclara Jane.
¿Se puede prevenir?
Mientras son niños, los padres tienen una fuerte influencia sobre los niños. Todo lo que enseñan de forma intencional o no, hablando o demostrando, puede contribuir para la formación de su personalidad.
Además de eso, el medio también tienen una fuerte intervención en el carácter del niño. “El niño percibe como se establecen las relaciones e imita el mundo real en su imaginación. Su identidad será construida a partir de los papeles que son establecidos, observado a los adultos”, describe la psicopedagoga.
A medida que van creciendo, entran en la etapa de la oposición y, para eso, comienzan a manipular a los padres por medio de chantajes emocionales. Es un periodo en el que los padres necesitan estar firmes, mostrándole las consecuencias de sus acciones.
La psicopedagoga destaca que para lograr lidiar con ese momento es necesario tener autoridad. “No debemos confundir la autoridad con autoritarismo, que es una conexión fundamentada en castigos. La autoridad acerca y permanece, mientras que el autoritarismo genera alejamiento, miedo y soledad”, explica.
¿Me habré equivocado?
Muchas veces los padres hacen de todo para no ver a sus hijos sufriendo, aconsejan para que no hagan elecciones equivocadas, se esfuerzan con los cuidados, pero, aún siendo muy jóvenes, ellos terminan pasando por circunstancias que les traen gran sufrimiento.
Sheila Gomes, de 24 años, (Foto de al lado) recuerda que su madre intentó hacer todo lo que estaba a su alcance, cuando era pre adolescente, para que no sea perjudicada en el futuro por sus elecciones hechas precozmente. Pero no sirvió. “A partir de los 11 años, me involucré con las malas amistades, pasaba varias noches en bailes y tomaba bebidas alcohólicas solo para llamar la atención de las personas. Fui bailarina de funk, cambié mi apariencia, comencé a usar ropa erótica, tacos altos, cabello rosa, todo para sobresalir”, recuerda.
Su madre, desconforme con su comportamiento, discutía con ella diariamente y llegó al punto de expulsarla de la casa. “MI madre no aceptaba verme en aquella situación, pero no sabía cómo actuar. Mi padre iba hasta los lugares que yo frecuentaba para buscarme y me golpeaba. Yo no respetaba la autoridad de ellos”, cuenta.
Los padres perdieron el control sobre ella, que hasta estuvo de novia con un traficante. “Yo quería vivir en el mundo del crimen. Tuve tres novios que murieron”, relata.
Los problemas se fueron agravando. Sheila pasó a tener síndrome de pánico, vivía a base de calmantes, oía voces y veía bultos. A pesar de no saber cómo lidiar con la hija en su casa, la madre buscó la dirección de Dios para lograr librarse de todo ese sufrimiento.
A los 17 años, Sheila decidió seguir el ejemplo de la madre y buscó la Universal. “Luego que tuve un encuentro con Dios dejé de tomar calmantes y de comportarme de forma exótica. Cambié tanto que ni mis familiares me reconocían “, apunta.
El anti ejemplo
Por otro lado, es importante destacar que no es porque los padres no fueron una referencia o porque no le dieron una orientación adecuada al hijo, que él deba culparlo por sus prejuicios, sufrimientos o fracasos. Fue lo que descubrió Fábio Romão Silva, de 26 años, (foto de al lado) luego de haber perdido gran parte de su adolescencia en el mundo de los vicios.
Como no tuvo a su padre presente para aconsejarlo, el joven, a los 15 años, siguió la influencia de las amistades íntimas y terminó entrando al mundo de los vicios. Su madre, que hasta entonces creía que el hijo solo tenía buenas amistades, se sorprendió con la situación del hijo cuando descubrió que él era totalmente dependiente de las drogas. Compró un videojuego para que él se distrajera y buscó una clínica de rehabilitación para internarlo. Pero todo fue en vano. “Ella no tenía más el control sobre mí. Por más que quería ayudarme no sabía cómo”, recuerda.
Después de cuatro años sufriendo, al punto de tener casi una sobredosis y de haber estado preso, Fábio decidió buscar a Dios. “Fui a la Universal y, con el apoyo recibido allí, abandoné las drogas. Hoy tengo una nueva vida y mi madre es muy feliz con el camino que elegí”, destaca.
Los desafíos de ser padre e hijo
En el mundo caótico en el que vivimos, criar a los hijos es un trabajo duro. Por más que usted quiera criarlo de la misma forma como lo criaron, puede ser que no funcione. El mundo de ellos es totalmente diferente del mundo en el que usted creció, como explicó el conductor, conferencista y consejero de padres Renato Cardoso, durante la conferencia “Transformación total de Padres e Hijos”, realizada en el Templo de Salomón: “Antiguamente, lo que nuestro padre nos decía era como una ley para nosotros. Pero hoy es diferente: el padre dice algo y el hijo corre para buscar en internet lo que él dijo. Los mismos métodos no funcionan”, dice.
Así como los padres necesitan aprender nuevas tácticas para superar los desafíos en la educación, los hijos también tienen que entender que necesitan aprender a lidiar con ellos. “¿Si sus padres se equivocaron con usted antes, qué puede hacer? Use eso para practicar lo correcto. Diga: “yo ya sé lo que no funciona y no lo voy a hacer”. Aprenda con los errores de ellos y decida hacer diferente, pues ser padre y ser hijo es hoy uno de los mayores desafíos. Muchos han fallado en estos papeles. Por eso realzamos este trabajo”, concluye el conferencista.
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