Liliana Ramírez sufrió por más de 20 años, todo lo que comía le caía mal, los médicos le realizaban estudios y no le encontraban nada, entonces buscó una solución para su salud en la casa de los espíritus. “Yo quería estar bien, entonces hacía lo que me indicaban para curarme”, cuenta ella.
Se puso de novia y quedó embarazada de su hija, entonces se fueron a vivir juntos. Ella se sentía segura cuando estaba con su esposo, pero no sabía que él también había tenido una vida muy difícil, con problemas familiares y espirituales. “Yo tenía pensamientos de muerte, estaba deprimida y al formar mi familia, todo se profundizó. En la casita en que vivíamos se llovía más adentro que afuera, no teníamos muebles y encima el embarazo era complicado. Él comenzó con el vicio del alcohol, el cigarrillo y las drogas, se estaba repitiendo la historia de su familia. Yo me descomponía y me tenían que llevar de emergencia al médico, ya no tenía ganas de nada, ni siquiera de bañarme, ni de limpiar mi casa, atendía a mi hija solo porque lloraba.
Mi esposo me dijo que solo estaba conmigo por la nena. El peor momento que pasamos fue cuando mi esposo me propone que hagamos vida de solteros, en ese momento a mi hija le dio un ataque de nervios, decía que había alguien y pedía ayuda a los gritos. Ahí, nos abrazamos los tres y dijimos que si existía un Dios, teníamos que salir de esa situación”, relata.
Los invitaron a la Universal, ella llegó y comenzó a llorar, el peso que cargaba comenzó a salir de ella y después de la reunión se sintió bien. Perseveraron en las reuniones hasta que sus vidas cambiaron. Hoy tienen una familia bendecida, los vicios, las enfermedades y los ataques de nervios son cosa del pasado. “Hoy estamos bien, somos felices y tenemos diálogo y confianza”, afirma.
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