El recuerdo de un despido, de una mala experiencia laboral o de un mal negocio que se hizo en el pasado suelen aparecer cada vez que se intenta algo nuevo. Parece que a los fracasos les gusta atormentar a sus víctimas.
Sin embargo, lo que dejamos de ver es que los fracasos sirven como experiencia. O sea, el pasado sirve como una referencia de lo que funciona y lo que no. Es un aprendizaje. Si algo funciona, usted lo repite. Ahora, si no funciona, solo hace falta hacerlo de una forma diferente.
Muchos se perjudican rescatando (o temiendo) los acontecimientos malos del pasado. Se lamentan por lo que salió mal. Incluso unos culpan a sus padres por no haber tenido la oportunidad de lograr el éxito profesional, otros responsabilizan a la situación actual por su fracaso, y también están los que creen que por haber sufrido en el pasado no tienen más salida.
No pierda tiempo con esto, revolver esos pensamientos solo le sirve para entristecerse, sentir remordimiento y sufrir. Sepa que pensar en “qué hubiera pasado si…” solo genera dudas, y el que tiene dudas no logra avanzar.
Hay personas que fracasaron varias veces en la vida y eso nunca las destruyó. El fracaso puede “atrasar” sus objetivos, pero no es motivo para darse por vencido.
Tenga cuidado para no usar justificativos y explicar sus fracasos. No diga que le faltaron oportunidades, no le eche la culpa a otro. Asuma que las riendas de su futuro están en sus manos y en las de nadie más. Recuerde: Mirar hacia atrás es la receta para cultivar dudas y miedo al futuro.
Ellos derribaron sus murallas económicas
Gustavo y Beatriz: “En abril pagamos una camioneta y se trabó la entrega, no nos la daban en la concesionaria. Empecé a participar en el Congreso para el Progreso, me indigné y gracias a Dios esa indignación trajo resultados, tenemos la camioneta nueva en el garaje”.
Karina: “Mis mayores problemas eran la miseria y la falta de trabajo. Mis hijos comían gracias a la solidaridad de los vecinos. Mi casa era inhabitable, a pesar de tener estudios y un título universitario trabajé como empleada doméstica. Gracias a Dios empecé a participar en el Congreso para el Progreso y de a poco las murallas cayeron. Hoy tengo trabajo, soy encargada en una distribuidora, hago las transferencias bancarias, si mi jefe viaja soy yo la que queda a cargo. Dios me dio la capacidad de mejorar el lugar en que trabajo. Mi vida cambió completamente, tengo condiciones de irme de vacaciones y estamos por sacar nuestro auto cero kilómetro”.
Congreso para el progreso, todos los lunes a las 8, 10, 16 y especialmente a las 20 h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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