Los siervos de Dios son todos aquellos que fueron llamados, elegidos y considerados por el Espíritu Santo. El Altísimo cuenta con el trabajo de ellos para cumplir Su Plan de Salvación. Pero, lamentablemente, muchos de esos siervos, en vez de actuar como colaboradores de Dios (2 Corintios 6:1), han impedido que más personas conozcan al Señor Jesús al comportarse de forma contraria a Su Voluntad en el hacer y en el ser.
En la Palabra de Dios, a través de una parábola, Él nos muestra el perfil del siervo que Le agrada (Mateo 25:14-30). Este perfil se resume en dos cualidades: bueno y fiel. Pero, ¿qué significan estas características? ¿Cómo interfieren en el crecimiento del Reino de Dios? ¿Y qué sucede si alguna de ellas no es encontrada en un siervo del Altísimo?
El siervo bueno es aquel que produce frutos, es competente, pone toda su fuerza en lo que hace y desarrolla la capacidad que posee. La pasividad y la comodidad no forman parte de su vocabulario.
Por otra parte, el siervo considerado fiel es aquel que carga dentro de sí la intención sincera de glorificar al Señor Jesús. Él tiene la consciencia de que fue escogido para un propósito mayor que su propia vida.
Es por eso que, en nuestro medio, vemos a muchos siervos que son buenos, pero no fieles, y también a muchos siervos que son fieles, pero no buenos. Existen también los buenos y fieles, pero son poquísimos.
Los primeros alcanzan resultados impresionantes en su trabajo, pero tienen la intención de glorificarse a través de él. Hacen para sí mismos, no para Dios.
Del lado opuesto, existen aquellos que, aunque agraden al Señor con sus intenciones, han dejado que desear por no empeñarse al máximo en lo que hacen. Negligentes, no buscan marcar la diferencia. No se desafían, no se perfeccionan y se contentan con poco. Finalmente, los buenos y fieles son los que agradan a Dios en lo que hacen y en lo que son. Visionarios, buscan cosas mayores con el objetivo de presentarle al Señor resultados excelentes, pues tienen placer en satisfacerlo y engrandecerlo en este mundo.
La pregunta que no quiere callar es: ¿cuál de estos tres tipos de siervo es usted?
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