Su hijo tiene que leer un libro sobre el que deberá presentar un trabajo en la escuela. Pero, él se resiste a cumplir el deber de estudiante y usted se está quedando sin argumentos para convencerlo. Entonces, ¿qué hace?
- Lo castiga. Solo sale de su habitación cuando termine de leer.
- Permite que él se saque una baja nota, después de todo, es él quien sufrirá las consecuencias.
- Promete darle dinero si lee el libro.
Por supuesto que cada familia tiene su manera de educar a sus hijos y actuará de una forma, pero, según el periódico The New York Times, el 48% de los padres acostumbran a recompensar económicamente a sus hijos por buen comportamiento o buenas calificaciones.
Sin embargo, especialistas advierten la adicción que puede ocasionar este tipo de conducta. Después de todo, estudiar, tener un buen comportamiento y dejar los videojuegos, son actividades beneficiosas para los niños. Cuando ellos reciben dinero por esto, llegan a entender que están haciendo un favor a sus padres.
El educador Alfie Kohn escribió el libro “Punished by Rewards: The Trouble With Gold Stars, Incentive Plans, A’s, Praise and Other Bribes” (“Castigado con Recompensas: los problemas causados por premios por la productividad, planes de incentivo, remuneración variable, elogios y otras formas de soborno”, en su traducción libre). En el libro, él defiende que la probabilidad de que el niño actúe como si estuviera haciendo un favor es grande. “Si utilizamos trucos como recompensas para tratar de mejorar las conquistas escolares, sin considerar la manera como los mismos afectan el deseo de los niños de aprender, ‘matamos a la gallina que pone huevos de oro’”, afirma.
Entonces, ¿qué se debe hacer?
No hay duda de que, a corto plazo, la recompensa material (ya sea con dinero, juguetes o golosinas) hace que el niño actúe como los padres quieren, pero ellos deben pensar lo que esto causará en la vida del niño.
“Aunque no les guste que los padres les impongan límites y reglas, los hijos necesitan esto. La inmadurez y la inclinación hacia el mal que todos los niños y jóvenes tienen son la receta para convertirse en desastres humanos, si se dejan sin ninguna disciplina”, advierte el escritor y conferencista Renato Cardoso.
Los padres no pueden ser inmediatistas como los niños y adolescentes. Eso demuestra inmadurez y, posiblemente, también generarán adultos inmediatistas.
La Biblia afirma: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” (Proverbios 22:6)
El propio libro de Proverbios también enseña que “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.” (Proverbios 29:15)
“Por lo tanto, ambos padres deben actuar en conjunto para determinar ciertos límites y reglas a sus hijos, para el bien de ellos. Comunicar bien esas reglas a sus hijos y no tener miedo de aplicarlas, recordar siempre que el objetivo es protegerlos del mundo y de ellos mismos, pero no exagerar en la dureza ni en el rigor. Los padres deben ser equilibrados, permitir algunos pequeños errores de sus hijos y no vivir importunándolos todo el tiempo por cualquier cosa. Pero en las principales cosas, deben ser firmes y justos”, concluye Renato.
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