“Fue diferente de todo lo que ya he vivido hasta ahora.” Esta frase resume la experiencia que la ex modelo Andressa Urach tuvo en los primeros días de noviembre, cuando visitó la cárcel de mujeres de Mata Escura, en la ciudad del Salvador, Bahía, Brasil.
En las redes sociales, ella contó cómo vivió ese momento especial al conocer el mayor complejo carcelario de mujeres de Bahía, durante el lanzamiento de su libro “Morri para Viver” (“Morí para Vivir”) en el estado.
La experiencia comenzó cuando Andressa recorrió las celdas de aislamiento, donde están las detenidas que cometieron delitos terribles y, por eso, deben ser separadas de las demás para que no sean amenazadas de muerte. Es un lugar temido por las presas.
Delante de ellas y de otras 134 mujeres, Andressa contó como también estuvo presa y qué fue lo que hizo para recomenzar. “Les hablé de la fuerza de la fe que me rescató del infierno, tal vez el mismo lugar solitario y sombrío que ellas viven allí. Mi cuerpo no estaba encarcelado, pero mi alma vivía presa de una insana obsesión por la fama, por el dinero y por la belleza. Yo estaba en el mismo lodo de aquellas mujeres aisladas. Pero hubo una salida para mí cuando decidí recomenzar”, describió en sus redes sociales.
En el patio de la prisión, todas las detenidas con edades entre 18 y 35 años escucharon el testimonio de Andressa. La mayoría cumple una condena por tráfico de drogas y algunas fueron prostitutas. Durante la charla, hasta una guardia cárcel pidió ayuda espiritual. Aún aisladas, Andressa escuchó el desahogo de las presas que se encontraban detrás de las rejas, les habló de las promesas de la Biblia que cambiarían sus destinos y oraron juntas. “Una de ellas solo me pidió que le sostuviera la mano con el brazo tatuado en la vida de delincuencia. Le pido a Dios que mis manos siempre estén extendidas para socorrer a estas mujeres”, destacó.
Explotación sexual
Días antes, Andressa visitó un humilde pueblo en la pequeña ciudad de Dias d’Ávila, en el interior de Bahía, para realizar un trabajo de evangelización en uno de los principales puntos de reclutamiento de muchachas para el turismo sexual.
Bajo un intenso calor, ella habló de la fe que la salvó, a decenas de sencillas jóvenes, muchas ya en el camino de la prostitución. “Recorrimos las calles de tierra en búsqueda de mujeres sufridas que sueñan con un nuevo comienzo, exactamente como me sucedió a mí, gracias a la compasión Divina”, comentó.
Al lado de los voluntarios de la Universal, Andressa pasó la tarde con las mujeres de Dias d’Ávila. “En la humilde plaza de la ciudad, conté como Dios me rescató de mi antigua e inmunda vida.”
Después, Andressa visitó algunas casas. En una de ellas, conversó con una joven de 21 años que se ganaba la vida como prostituta. Ella tiene 3 hijos, pero no vive con ninguno de ellos porque la tenencia le fue quitada por la Justicia. “Estoy en el medio del lodo, pero no sé cómo salir, ¿cómo puedo salir?, me preguntó ella, sentada frente a mí, en el patio de tierra.”
Andressa confesó que lloró en todas las casas, delante de cada historia, pero orientó a cada joven. “Por encima de mi dolor y de mis lágrimas, transmití la fuerza capaz de salvar a cada una de estas muchachas: la fe viva que me salvó”, concluyó.
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