La Biblia dice, en Lucas, capítulo 19, que Zaqueo era un publicano rico, pecador, de baja estatura, pero que se esforzó al máximo para subir a un árbol y ver a Jesús pasar por su ciudad. La actitud del cobrador de impuestos llamó la atención del Maestro, que decidió cenar con él.
La pregunta delante de este episodio es: ¿Qué persona de prestigio y de bien de este mundo insistiría en sentarse a la mesa con un ladrón? Probablemente nadie.
Jesús lo recibió porque dentro de Zaqueo había un querer excesivo de conocerlo. Y en los días de hoy, sucede lo mismo. Cuando la persona expresa ese deseo mayor de conocer a Jesús, el Espíritu Santo marca un encuentro entre ella y el Hijo de Dios, y ella recibe la novedad de vida, como el ejemplo de Zaqueo. “Él estaba tan feliz que despreció la riqueza, el egoísmo, todo lo que él sabía que estaba mal, porque quería ser una nueva criatura. La grandeza de Zaqueo no fue tomar todos los bienes y dárselos a los pobres, devolver lo que había robado, sino que él se despojó de todo, inclusive de toda su ganancia”, explicó el obispo Edir Macedo, durante la Palabra Amiga, en la Red Aleluya de radio.
Pero ese cambio de comportamiento solo es posible cuando se hace presente en la vida de alguien, por medio del Espíritu Santo, porque es imposible que el ser humano logre superar las adversidades de la vida por sus propios medios. “Cuando tenemos el Espíritu Santo, somos fuertes, tenemos la unción de Dios, vencemos. Las dificultades vienen, enfrentamos muchas luchas, pero vencemos gracias al Espíritu que está en nosotros”, destaca el obispo.
No se engañe a sí mismo
Sin embargo, él alerta que hay que ser sinceros para dejar el auto engaño de lado, porque Dios conoce el corazón del hombre en su plenitud. “No sirve confesar que tiene el Espíritu Santo sin tenerlo. Porque si no lo tiene, tarde o temprano será una baja más dentro de la Iglesia del Señor Jesús.”
Para que el derramamiento del Espíritu de Dios suceda, la Universal está realizando el Ayuno de Daniel. Este propósito es la oportunidad para todos los que desean tener una nueva vida, como explica el obispo Macedo: “En estos 21 días, pondremos toda nuestra mente en las promesas, en la Palabra de Dios, para que bebamos del Espíritu Santo. Porque la Palabra de Dios es Espíritu y vida. Yo quería que usted mantuviera sus pensamientos inclinados para recibir el Espíritu Santo, que es lo más importante que puede suceder en su vida.”
¿Quiere participar del Ayuno de Daniel y no sabe cómo? Acérquese a una Universal cercana a su domicilio e infórmese.[related_posts limit=”17″]