El término góspel surgió en Estados Unidos para nombrar un estilo musical muy común en los cultos religiosos. Rápidamente se hizo conocido, incluso en Brasil, para referirse a las canciones evangélicas. La palabra habría surgido de “God” (Dios) y “spell” (palabra), formando así la palabra “góspel”, que significa “palabra de Dios”.
Con el tiempo, el término dejó de identificar solo a la música cristiana. Luego surgieron las películas góspel, bailes góspel y hasta la moda góspel. Hasta allí, aparentemente, no había ningún problema. Pero su uso tomó proporciones mayores en el mercado, y hoy se banalizó tanto que suena como algo que todo el mundo hace, pero que el cristiano no puede hacer. Se usa el término “góspel” antes o después de algo y está todo bien. Y no es difícil encontrar una serie de cosas absurdas por ahí, como, por ejemplo, sex shops góspel.
Pero eso, en realidad, ¿no estará ocultando un deseo por las cosas del mundo?
Una sal sin sabor
El obispo Renato Cardoso advierte que el gran error que los cristianos cometen es enfocarse en lo que está haciendo el mundo, en vez de ser un ejemplo para él. “Hoy hay personas dentro de la Iglesia que se dicen cristianas y están observando el mundo, monitoreando las tendencias, lo que los incrédulos están haciendo, y lo van copiando y trayendo el mundo a la Iglesia, trayendo para adentro la cultura de afuera”, destaca el obispo, que incluso recuerda que esa no era la idea del Señor Jesús cuando dijo que seríamos la sal de la Tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16). Cuando, en lugar de enfocarnos en Él, nos enfocamos en el mundo, el resultado es contrario al planeado por Dios.
“Ellas (esas personas) no están siendo la sal de la tierra, están siendo el chayote (“papa del aire” en Argentina) de la tierra, tomando el gusto del mundo en lugar de darle gusto – la sal que ellas son – al mundo, para darle sabor. Jesús dijo que somos la sal de esta tierra y la luz de este mundo para dejar que nuestra vida, nuestras obras, brillen, para que el mundo vea esa luz (que es Él) y se refleje en nosotros”, resalta.
No se conforme
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Romanos 12:2)
Conformarse quiere decir moldearse, tener el mismo contorno o forma de algo. Cuando el apóstol Pablo, guiado por el Espíritu Santo, dice que NO debemos conformarnos con este siglo, o sea, con este mundo, está alertándolos para que no seamos parecidos a nada de lo que se piensa, escucha, habla o hace en el mundo. Pero, para que eso suceda, nuestra mente tiene que estar en constante renovación, por medio de la transformación generada por el Espíritu Santo, por la Palabra de Dios.
Y eso solo es posible si las cosas espirituales para usted tienen más valor que las terrenales y pasajeras; si sus pensamientos estuvieran deseosos de reflejar los pensamientos de Dios.
Involúcrese con las cosas que agradan a Dios. No se preocupe con las tendencias del mundo. No serán ellas las que lo harán vivir la Eternidad al lado del Señor Jesús, sino lo cuanto usted se empeñó en ser como Él mientras vivió aquí.
Todos los domingos y miércoles, en la Universal más cercana a usted, se realizan reuniones en las que aprendemos más sobre los pensamientos de Dios y cómo llegar a ser la persona que Él planeó que seríamos. Es la oportunidad para renovar su mente y, para descubrir la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios para su vida, que está mucho más allá de lo que este mundo dice que es bueno.
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