¿Quién nunca ofendió a alguien? Una palabra dicha en el momento equivocado, un mal comportamiento, una mala interpretación. Probablemente, usted ya habrá pasado por alguna situación en que ofendió o lo ofendieron. ¿Cómo lidiar con algo o alguien que nos hizo daño? o ¿cómo disculparse de un error cometido y seguir adelante sin el peso en la conciencia?
La respuesta está en el perdón. “Perdonar es una decisión interior que se traduce en una acción. Hay amor cuando hay perdón. Tanto la persona que perdonó como la persona perdonada se liberan de la tristeza y de la culpa”, dijo Mariana Rodrigues Celani, terapeuta familiar.
Ella resalta que esa es una actitud de amor propio. “A veces, quien comete la ofensa no reconoce el error. Por eso, la víctima no puede ni debe guardarse el sufrimiento generado. Con el tiempo, eso puede desencadenar una depresión”, resalta.
La importancia
Valéria Bolognini, de 50 años, profesora, decidió cambiar de vida cuando todo a su alrededor contribuía para que mantuviera los resentimientos. Ella se casó cuando tenía tan solo 20 años. Siempre fue muy dedicada en el hogar, quería ser una buena esposa y una buena madre de sus dos hijos. La relación con el marido parecía estar bien hasta que, años después del casamiento, ella notó algunas desviaciones en la conducta del compañero. “Noté que él me mentía, no permanecía en ningún empleo. A pesar de ser un buen compañero, no compartía nada conmigo acerca de su vida”, destaca.
La profesora comenzó a cuidar a sus padres y, por eso, dejo de prestar atención a su matrimonio. “Recuerdo que todo salió a la luz cuando ellos fallecieron. Primero mi padre y al mes siguiente mi madre. Estaba muy conmocionada y, en ese momento, mi marido comenzó a beber mucho”, afirma.
Alterado debido al consumo de alcohol, él la agredía de todas las maneras.
“Él intentó quemarme con el cigarrillo. Fue horrible. Recuerdo haberlo visto bebiendo alcohol puro, llegó a ese punto su vicio”, cuenta.
En esa etapa, Valéria se encontró sola y decidió pedirle el divorcio. “Cuatro meses después él me buscó. La bebida estaba destruyendo su vida. Los médicos le diagnosticaron varias enfermedades. Estaba en estado terminal”, relata.
“Una de las noches que visitó a nuestros hijos, él me pidió perdón. A pesar de estar triste con todo lo que hizo, lo perdoné de verdad. Sabía que él tenía poco tiempo de vida y decidí cuidarlo con todas mis fuerzas” recuerda.
La profesora dijo que el perdón la liberó de las marcas del pasado. “Él me pedía disculpas constantemente por lo que hizo con nuestra familia. Yo ya lo había perdonado y le decía que tenía que perdonarse también. Estuve a su lado hasta los últimos segundos de vida”, cuenta.
Valéria se casó nuevamente, pero dice que no carga dolor por los problemas que vivió en la relación anterior. “Yo pienso que ese es el verdadero perdón, que viene de adentro, que nos da una nueva oportunidad y que trae un nuevo sentido a la vida”, explica.
El mayor obstáculo
Reconocer los errores y corregirlos es un acto de humildad saludable. Pero, para muchas personas, ponerlo en práctica es muy difícil. Este es el caso de la auxiliar de ventas Elizandra de Souza Silva Santos Amorim (foto al lado).
Ella cuenta que el orgullo no le permitía ver sus fallas. “En 2015, por ejemplo, me enojé con una muchacha, solamente porque a nadie le agradaba. Comencé a tenerle bronca y a mirarla con arrogancia. Le hablé mal de ella a muchas personas y llegué al punto de pelearla sin ningún motivo”, recuerda la joven.
Ella contó que estuvo varios meses actuando así, hasta que le preguntaron por qué le hacía tanto mal a aquella muchacha. “En ese momento me pregunté el motivo de tanto odio. No había un por qué. Ella no me había hecho nada. Me puse mal por haber actuado de aquella manera y decidí pedir disculpas”, cuenta.
Hoy son amigas. Elizandra aprendió una gran lección. “El perdón significa un compromiso de no equivocarse de nuevo. Entendí que, cuando perdonamos, sacrificamos nuestro yo y dejamos que Dios aparezca en nuestras vidas.”
Haga la diferencia
Cristiane Cardoso, explica que perdonar no es algo tan simple. “El pedido de perdón es algo profundo, sin justificaciones o excusas. Quien está realmente arrepentido, sabe que falló y no culpa al otro”, argumenta.
Esa es una actitud sabia, que refleja la cura interior y exterior. ¿Qué espera para sacar de su interior el peso de tantos recuerdos malos?
¿Cuál es la mejor actitud?
-Tenga humildad para reconocer el error cometido.
– Póngase en el lugar del otro.
-En una conversación, admita el error cometido a la persona que sufrió la ofensa, es decir, pídale perdón.
– Escuche la queja del otro hasta el fin, antes de justificarse.
-Elimine todas las posibilidades y acciones que lo puedan inducir a repetir el error.
-Piense en lo que puede hacer para disminuir ese dolor.
Perdónese. Después de eso, abandone verdaderamente la falla cometida y libérese del sentimiento de culpa.
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