Jennifer: «Estaba apartada de Dios y era una persona muy depresiva. Tenía muchos pensamientos de suicidio y practicaba el cutting (automutilación o cortes en la piel). Todo comenzó desde muy chica cuando mis padres se separaron. A raíz de esa situación, crecí con odio y rencor hacia mi mamá, porque pensaba que ella era la causante del divorcio. En mi adolescencia, caí en un pozo depresivo. Empecé a vivir una vida de apariencias. En ese momento, era influencer en Instagram, trabajaba con marcas nacionales y de mi provincia. Mostraba una sonrisa en cada sesión de fotos y en las publicidades. Eran momentos en los que vivía una falsa sensación de alegría. Salía con mis amigas y sentía que todo marchaba bien, pero la realidad se veía cuando llegaba a mi casa y me hacía cortes en los brazos, allí surgían los problemas emocionales y familiares. Toqué el fondo del pozo cuando terminé de grabar un video para una marca en el que aparecía maquillada y sonriente. Enfrenté una discusión muy fuerte con mi mamá, ella me dijo: “Prefiero verte muerta antes que viva”. Esas palabras me llevaron a pensar en el suicidio. Hablé con mi hermana y le dije: “Rocío, quiero despedirme, porque no me vas a ver más”. Luego, subí al techo de mi casa y, antes de tirarme, le dije a Dios que no quería hacerlo, pero que me veía obligada porque no deseaba seguir viviendo esa vida. Le dije que sabía que iba a ir al infierno y le pedí que me perdonara. Cerré mis ojos y me tiré de espalda. Lo único que recuerdo son los gritos de mi mamá y a los médicos corriendo cerca de mí. Ellos decían que me despidieran porque no iba a sobrevivir. Fue en ese momento en el que Dios me dio una oportunidad para volver a Él. Mi hermana estaba orando por mí desde mi casa y los obreros desde el Altar. Recuerdo como si fuera hoy que estaba conectada a un montón de cables y, en ese estado, me acordé de la FJU (Fuerza Joven Universal). Le pedí a Dios que me diera una chance más y que esa vez me iba a entregar de verdad. Fue entonces que comencé mi caminata de la fe y los médicos empezaron a ver mi evolución. Cuando salí de allí, fui a la FJU donde me ayudaron a vencer los problemas emocionales y familiares.
Renuncié a todo lo que me hacía mal y me entregué a Dios. Me bauticé en las aguas y recibí al Espíritu Santo. Hoy me encuentro feliz. No necesito redes sociales ni vivir de apariencias. Dios es todo para mí. Actualmente, coordino el proyecto Help y ayudo a los jóvenes que atraviesan la misma situación que un día pasé. Es una bendición, porque las cicatrices del cutting me sirven para mostrarles que sí hay una salida».
Tenía Muchos Pensamientos De Suicidio Y Practicaba El Cutting
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