La sequía del Río Éufrates es solo uno de los muchos hechos que se presentan como señales del Fin de los tiempos. El momento de separar la cizaña del trigo está cerca y, por lo tanto, es necesario que cada uno reflexione sobre sus actitudes y compañías.
Al contrario de lo que muchos imaginan, por ahora, las señales de aquellos que representan el mal pueden no ser tan fáciles de reconocer. “Es probable que la marca sea invisible, tanto en la mano derecha como en la frente. Se cree que la clase pobre tendrá la marca en la mano derecha, mientras los ricos e intelectuales serán marcados en la frente”, explica el obispo Edir Macedo en su libro “Estudio del Apocalipsis”.
Visible o no, todos los que no podrán disfrutar de la compañía eterna del Señor estarán marcados, conforme afirma la Biblia: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente.” Apocalipsis 13:16
¿De quién hay que mantener distancia?
Si, probablemente, el hombre no será capaz de observar la marca hecha, ¿cómo distinguir quién es buena o mala influencia?, ¿cómo saber quién trabaja para el Señor y quien trabaja para otro?
El apóstol Pablo, en su segunda carta a Timoteo (3:1,4), responde: ” También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.”
El cristiano no podrá alejarse de estas personas. Después de todo, el que hace parte de la obra de Dios trata de salvar almas.
“Que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. (…) Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.” 2 Timoteo 3:5 y 7.
El obispo Edir Macedo afirma que la revelación de arriba comprueba la gran responsabilidad de aquellos que siguen al Señor Jesús. Todos los que buscan la Salvación deben luchar contra las tinieblas, en favor de aquellos que aún se encuentran presos del mal. Y el Apocalipsis es el momento en que esa lucha será más intensa.
“Es el momento que todos los siervos del Altísimo se unan no solo en oración, sino, sobre todo, en un esfuerzo, conjunto, para rescatar a los perdidos. Cada persona convertida al Señor Jesús tiene la responsabilidad de ser un atalaya. Dios no llama a nadie para ser solo salvo, sino que unge a todos con el objetivo de que participen en la lucha contra el reino de las tinieblas, con el fin de salvar a los que se encuentran perdidos. Fue así con el Señor Jesús y tiene que ser así con Sus seguidores”, concluye el obispo.
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