¿Quién nunca oyó la frase “El niño tiene que jugar”? Sin embargo, no puede ser cualquier juguete. Eso es lo que siguiere un estudio realizado por la universidad norteamericana Northern Arizona entre febrero del 2013 y junio del 2014 y publicado en diciembre del 2015 en la revista Jama Pediatrics. La investigación constató que los juguetes electrónicos que emiten luces, palabras, música y otros sonidos pueden perjudicar el desarrollo del lenguaje de los niños pequeños.
De acuerdo con el análisis, en el que participaron 26 voluntarios, el ambiente lingüístico en el cual el niño se inserta en los primeros años de vida influye en su repertorio de lenguaje más adelante, lo que afecta su capacidad de leer y hasta su éxito académico. El estudio también constató que el tipo de juguete usado durante los juegos en la infancia tiene un peso importante y está asociado a la calidad de la comunicación entre padres e hijos. Jugar con electrónicos disminuye la cantidad y la calidad de la adquisición del lenguaje, en comparación con los juegos que involucran libros y juegos tradicionales, opciones más valiosas para la construcción de las interacciones más significativas entre padres e hijos. Por lo tanto, si el objetivo de los padres es promover el desarrollo temprano del lenguaje del niño, jugar con aparatos electrónicos no es una buena práctica.
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