“Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto.” Génesis 3.8
Como la conciencia de Adán y Eva los acusó a causa de sus errores, nada más pecar, se escondieran de la presencia de Dios. Así continúan actuando los que no quieren ni oír su voz, pues la desobediencia ya revela su incredulidad en el Dios Omnipotente que todo lo ve.