Supongamos que usted está en un ómnibus viajando. El ómnibus ya está andando a toda velocidad, corriendo por la autopista y, aunque usted sepa cuál es la última parada, no conoce el camino que recorrerá. En el caso que el conductor sepa lo que está haciendo, lo llevará por los mejores caminos, los más lindos y seguros. Aunque, si él no tiene el conocimiento necesario, puede perder el control de la dirección, usar caminos peligrosos y elegir atajos que no traerán ventajas.
Ahora piense en ese ómnibus como su familia. Usted, padre o madre, es el conductor. Y sus hijos son los pasajeros. ¿Hacia dónde usted está conduciendo el ómnibus? Vemos constantemente “conductores” que pierden el control a causa de accidentes catastróficos.
En el inicio del mes de septiembre, por ejemplo, la inglesa Nicola Austen fue detenida por comprar 12 paquetes de cocaína para darle de regalo de cumpleaños a su propia hija. En sus palabras, ellas querían que la joven “se divirtiera al cumplir los 18 años de edad”.
Los padres son los responsables por guiar a los hijos y, principalmente, enseñarles a cumplir el papel de educadores cuando fuera uno de ellos. Nicola ¿qué le estaba enseñando a su propia hija?
Ellos querían comprarle un auto de lujo, pero tan solo tiene 5 años de edad
Bajo el cercado, se cavo un agujero con palas de juguete, de esas que usan los niños en la playa. Los fugitivos usaron ese pasaje para ir hasta una feria de autos de lujo, que se realizaba a 2 kilómetros de allí. Fue una fuga. Principalmente teniendo en cuenta que los fugitivos eran niños de tan solo 5 años de edad, huyendo de la guardería en la que estaban, en la ciudad rusa de Cheliábinsk, con el objetivo de comprar un auto. Y no era cualquier auto, era uno de lujo, un Jaguar.
Pero, ¿quién les enseñó eso a los niños? ¿quién les enseñó el valor y la codicia por un auto de esos?
¿Qué fue lo que los “conductores” de estas familias citadas están colocando en la cabeza de sus niños?
Misión difícil
El escritor Renato Cardoso explica que los desafíos para los padres hoy en día son muy distintos a los desafíos de las generaciones pasadas. El mundo es completamente diferente y, por eso, las familias saben bien cómo lidiar con sus jóvenes y terminan fallando en esa misión.
Maria del Livramento es testimonio de esa verdad. Su comportamiento inestable hizo que sus hijos adquieran malos hábitos, que perjudicaban sus vidas. “Yo era muy celosa y nerviosa, y no vivía con mi familia. Entonces, todos se refugiaban en sus cuartos. Había una falta de comprensión de mi parte para con ellos, y eso originó muchas peleas con mi esposo. Nos agredíamos verbalmente. Mis hijos no querían estar cerca mio. Me veían como una mala influencia”, cuenta. “Mi hija creció en ese ambiente y pasó a ser una joven cerrada, solitaria y no hablaba con nadie. Mi hijo comenzó a ser rebelde y desobediente. Ya no se quedaba en casa.”
Maria cuenta que sus hijos y marido buscaban su atención, pero incapaz de ver eso, ella pensaba que todos estaban equivocados y sus problemas aumentaban cada vez más.
Después de muchos conflictos y sufrimiento, Maria conoció la Universal, y fue con las enseñanzas de la Biblia que pudo recuperar la felicidad dentro de su casa.
“En la Universal fuimos muy bien recibidos y orientados a participar de las reuniones”, afirma. “Hoy somos una familia feliz, bendecida, tenemos paz, alegría, comprensión y diálogo. Estamos realizados. Estoy muy agradecida a Dios, por todo lo que hizo en mi familia.”
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