El milagro de una nueva vida sigue el mismo molde del nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios: María fue envuelta por el Espíritu del Altísimo, y entonces Jesús fue concebido.
El mismo proceso se da en relación a los demás nacidos del Espíritu, hijos de Dios.
Treinta años más tarde, Jesús le enseñó a un maestro religioso cómo tornarse verdaderamente hijo de Dios.
“… el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” Juan 3:5
El nacer del agua implica el cambio de los pensamientos humanos por los de Dios. El agua Divina lava los pensamientos fútiles, inútiles y vanos, y ocupan su lugar los pensamientos vivos de Dios.
Por su parte el nacer del Espíritu ocurre conforme el relato del ángel a la virgen María:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con Su sombra…” Lucas 1:35
Es lo que tiene que suceder con todos. Todos los que, con humildad, creen en la Palabra de Dios.
Debido a eso, el ser santo que ha de nacer será llamado Hijo de Dios.
Para complementar eso, el Espíritu Santo, a través de Pablo afirma:
“Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” Romanos 8:9
La pregunta es: ¿usted ya recibió el Espíritu de Cristo?