Las palabras pueden emocionar u ofender, incentivar o humillar, acariciar o golpear, acercar o alejar, levantar o derrumbar. Las palabras tienen poder – tanto las dichas en voz alta como las susurradas al oído. Un bello discurso hace brotar las lágrimas de una persona considerada insensible, mientras que las palabras negativas logran desestimular hasta a aquellos que viven con una sonrisa en el rostro.
Toda palabra posee una fuerza interior, una especie de espíritu que se esparce cada vez que aquel conjunto de letras sale de la boca de alguien. Los pensamientos, la fe y las actitudes de una persona se materializan por medio de palabras.
Quien desea prosperar, por ejemplo, debe primero buscar ese objetivo por medio de sus palabras. Proferir frases de victoria es fundamental para conseguir visualizar un futuro con más satisfacción y felicidad. Ahora bien, la boca que solo confiesa fracasos, corre el riesgo de sola construir la derrota, letra por letra.
Separar la cizaña del trigo
Saber blindar la mente de los estragos de las palabras negativas es uno de los grandes desafíos en un mundo lleno de palabras dispersadas sin reflexión. La americana Lizzie Velasquez, de 25 años, supo hacer eso con elegancia y serenidad.
Lizzie tiene una rara enfermedad que le impide ganar peso y masa corporal. También es ciega de un ojo y su apariencia es frágil. Cuando nació, los médicos dijeron que nunca haría nada sola. A pesar del terrible diagnóstico, sus padres decidieron criarla sin estigmas y con mucho incentivo. En esa casa, no había nada imposible.
Lizzie solo supo que era diferente de otros niños a los 5 años de edad, cuando se dio cuenta de que los compañeros del jardín de infantes no querían acercarse a ella. Al volver de la escuela, le preguntó a los padres el motivo de aquella reacción. La respuesta fue: “Tienes este síndrome, pero eso no definirá quién eres. Ve a la escuela, levanta tu cabeza, sonríe, continúa siendo tú misma y las personas verán que eres exactamente como ellas”, reveló Lizzie durante una clase vista por más de 4 millones de personas vía Internet.
En la adolescencia, la chica también sufrió cuando sus compañeros de escuela hicieron un video malicioso y la clasificaron como “la mujer más fea del mundo”, pero consiguió protegerse de los efectos nocivos de las palabras. Con el apoyo de los padres y de los amigos, Lizzie siguió hacia adelante. Hizo la facultad, lanzó dos libros y hoy, se dedica a motivar a otras personas por medio de clases.
Palabras que liberan
El ex consumidor de cocaína, Márcio Ribeiro da Silva, de 30 años, asegura que logró salir del vicio con el poder de las palabras que oyó cuando estaba en el fondo del pozo. A los 18 años, comenzó a tomar alcohol y a consumir drogas en búsqueda de aventuras y para llenar el vacío que sentía. El problema se fue agravando y, cuando cumplió 22 años, el vicio de la cocaína había ocupado tanta proporción en su vida, que no veía una alternativa de recuperarse.
Los padres del joven, sin embargo, no habían desistido de él. Todos los días, se ocupaban de destacarle a su hijo cuán especial era. “Ellos me decían que podía cambiar y siempre me confortaban. Un día me llevaron a una reunión de la Iglesia Universal y allí me di cuenta que no estaba solo”, recuerda.
La decisión de abandonar las drogas surgió en pocas semanas. “Lo que me motivaba era oír palabras que me aseguraban que encontraría la felicidad si yo estaba dispuesto a cambiar”, dijo. Márcio usó las frases de motivación que oía para levantarse. Hoy, luego de 8 años lejos de las drogas, retribuye la ayuda que recibió de la mejor manera: de su boca solo salen palabras positivas.
Blinde su mente de las palabras negativas
– Antes de creer en todo lo que oye, intente percibir la motivación de quien habla. Si la intención fuera dañina, no le dé atención.
– Desconfíe de las palabras negativas y retire de su mente contenidos peyorativos o prejuiciosos.
– Evite decir palabras que puedan desanimar a alguien o lastimarlo.
– Guarde las palabras positivas e intente pensar en ellas cuando enfrente una dificultad.
– Siempre que sea posible, dígale a alguien una palabra de incentivación.
– Cultive el hábito de hablar cosas positivas. Si el tiempo está caluroso, puede destacar la belleza del día, en vez de reclamar porque hace calor.
– Quite del vocabulario palabras y frases negativas como “no lo voy a lograr”, “no sé”, “no puedo” e “imposible”.
– Si desea una vida con más satisfacción y felicidad, comience a expresar confianza, alegría y optimismo a través de sus palabras.
El próximo domingo se realizará el Día I, donde todo lo que parecía ser imposible de concretarse en su vida, El Dios Todopoderoso lo hará posible, como esta escrito en Su Palabra: “Porque para Dios no hay nada imposible” Lucas 1:37
Participe a las 7 y especialmente a las 9:30 hs. en la Universal ubicada en Av. Corrientes 4070 – Almagro. Puede buscar una Iglesia Universal más cerca de su hogar, haciendo clic aquí.
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