Dios exige disciplina, es decir, obediencia a Su Palabra. Él no exige que usted sea una persona perfecta para seguirlo, sino que Él quiere ver su actitud a partir del momento en que toma conocimiento de Su Palabra.
Cuando usted obedece a la Palabra de Dios, se comporta de acuerdo a Su voluntad. Eso se llama fe. Y fe no es sentimiento, no es religión, no es nada más allá de que usted obedezca Su Palabra. De esa forma usted se vuelve justo delante de Él, merecedor de Sus bendiciones.
Muchos, a pesar de tener fe para lograr éxito en su vida profesional, recibir la cura divina o recibir bendiciones económicas, no tienen la plenitud de Dios. Eso es apenas un préstamo que Dios les hace para que tengan noción de lo que Él quiere hacer en su vida.
Tuvieron fe para restaurar sus familias, para sacar a sus hijos de las drogas, para lograr éxito económico, etc. Pero no aprovecharon esa misma fe para recibir el Espíritu de la Fe. Están en la iglesia porque fueron bendecidas, pero eso no quiere decir que tengan el Espíritu de Dios o el Espíritu de la Fe.
En Romanos 8:9, vemos al apóstol Pablo orientando a los cristianos de Roma, los que se habían convertido a Jesús en la época del Imperio Romano, un imperio implacable. Él les dice a esos nuevos cristianos: “Mas vosotros no vivís según la carne…”. Es decir, ustedes no están siguiendo los deseos de la carne, ahora están obedeciendo a la voz del Espíritu, y disciplinándose, comportándose como personas de Dios. Entonces, prosigue: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino en el espíritu…”, en el Espíritu Santo, es decir, no siguen los caprichos de la carne, que no es solamente sexo, es todo lo que la carne desea, los deseos del corazón, las inclinaciones, las pasiones, los sentimientos del corazón engañoso.
“Mas vosotros no vivís según la carne…”, en otras palabras, salieron de la carne y entraron en el espíritu, como dice aquí, “… si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.”. Pablo condiciona: “… si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.”, y concluye: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.”
La persona fue curada, liberada, tenía un matrimonio destruido y ahora tiene un matrimonio bendecido. ¡Fue alcanzada por el milagro! Pero si no tiene el Espíritu de Dios se le hace difícil mantener un comportamiento ético, una conducta cristiana ejemplar.
Porque sin el Espíritu Santo es imposible que usted venza el pecado. Es imposible vencer la carne, es imposible vencer al corazón. Y esa es la razón por la que muchos que se dicen creyentes, cristianos, viven una vida infernal. Esas personas van a la iglesia, escuchan la Palabra de Dios, oran, hacen sus plegarias, dan sus ofrendas, etc., pero fuera de la iglesia tienen un comportamiento completamente opuesto al de una persona que tiene el Espíritu Santo.
A usted le gusta ir a la iglesia, le gustan las canciones, las oraciones, pero si usted no tiene el Espíritu del Señor Jesús, ¡usted no es de Él! Usted puede ser un marido bueno, una buena esposa, pero si no tiene el Espíritu Santo, usted no pertenece a Dios. Y si no pertenece a Dios, ¿a quién pertenece? Pertenece al diablo.
Mi preocupación es la calidad de su fe. Porque usted puede tener una fe mayor que la nuestra para obtener bendiciones y milagros, pero puede no tener fe para comportarse de acuerdo a la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios nos afirma que “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.”, no hay otra interpretación, entonces usted tiene que evaluarse a sí mismo. Piense, examine su vida, su comportamiento, su conducta en casa, su conducta en el trabajo, su conducta en la calle. ¿Usted es esa persona que vive y practica la verdad? ¿Es justa, correcta, íntegra y de buen comportamiento? Porque no sirve de nada que usted sea evangélico, y que tenga una mala conducta.
Si usted reconoce que necesita ayuda, tiene que entregar toda su vida a Dios. Tiene que morir para el mundo y comenzar a vivir para el Señor Jesús.
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