“(…) y a tierra de Canaán llegaron. (…) Y apareció el Señor a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar al Señor, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar al Señor, e invocó el nombre del Señor. Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev.” Génesis 12:5-9
Vea que Abraham recorría la tierra y levantaba Altares.
En un testamento, al dividir la tierra entre los hijos, generalmente se construyen “marcas” para delimitar, para separar la tierra.
Cuando Dios le dijo a Abraham: “A tu descendencia daré esta tierra”, él fue y marcó, separó la tierra. Sin embargo, las marcas que Abraham utilizó fueron los Altares invocando el Nombre del Señor, es decir, la tierra que Dios le había dado como herencia.
Cuando alguien oye la voz de Dios, obedece y levanta un Altar (sacrificio), está reconociendo y determinando: “Esta tierra (bendición) me pertenece, porque Dios me la ha dado como herencia”.