“He dicho al Señor: Dios mío eres tú; escucha, oh Señor la voz de mis ruegos.”, (Salmos 140:6)
Solo quien sirve y obedece la Palabra de Dios puede decir “Tú eres mi Dios” con todo su corazón, con toda su alma y todo su entendimiento. Solo esas personas muestran una entrega y esperanza total.
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