“Y a ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel; oirás, pues, la palabra de mi boca, y les advertirás de mi parte.” (Ezequiel 33.7)
Aquel al que Dios se haya revelado como Señor y Salvador, tiene la responsabilidad de transmitir la Palabra de Vida a los perdidos, antes de que sea demasiado tarde.
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