En el libro de Daniel, capítulo 2, el autor nos da la visión de la imagen que el rey Nabucodonosor, el emperador, vio en sueños. El rey llamó a sus encantadores, sus sabios, para interpretarlos y solamente el profeta Daniel pudo darle la descripción de lo que realmente significaba esa imagen.
“Tú, oh rey, veías, y he aquí una gran imagen. Esta imagen, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.”, (Daniel 2:31-33).
Note que la imagen es imponente, no era una imagen simple. Toda la estructura muestra su potencialidad. ¿Qué significa esto?
Significa que la persona cuenta con sus propias sabiduría, fuerza, conocimientos, dinero, capacidad intelectual, salud, familia, religión, en fin, cuenta con todo lo que este mundo le ofrece. Pero su vida, el cuerpo, está asentado sobre pies de barro mezclado con hierro. Quiere decir que es frágil. Porque, a pesar de toda la sabiduría, los diplomas, la capacidad intelectual, a pesar de los pesares, ella está apoyada en el barro.
Vea si no es eso lo que está sucediendo con usted y si no es esa la razón de su sufrimiento, porque usted cree en el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel. Pues, tal vez viva una vida insípida, desabrida, aunque tenga todo a sus pies, porque todavía tiene un agujero negro en su interior, un vacío que no entiende razones.
Además, en el texto de Daniel está escrito que una piedra fue lanzada y golpeó los pies de la imagen y, cuando cayó, se destruyó.
Esa piedra se llama Jesús. Es la piedra en la que nosotros fundamentamos nuestra fe. Y, cuando digo fundamentar, no se trata de religión o filosofía, sino de vida. Pues cuando fundamentamos nuestra vida o nuestra fe, estamos cuidando de la relación con Dios, sin intermediarios, sin religión, sin nadie. Es algo personal, individual. Eso se llama fe. Esa es la fe que profesamos.
Cuando su fe, que quiere decir su vida, está apoyada en la roca, que es Jesús, nadie podrá destruirle.
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