Las orientaciones dadas en el Congreso para el Progreso vienen de tiempos bíblicos. Un gran ejemplo de eso es la obra del Templo de Salomón. El proyecto arquitectónico fue realizado por el Rey Salomón, hijo de David, y su construcción fue posible debido al uso correcto de la sabiduría y la fe.
Salomón no se convirtió en el rey más rico de toda la historia por casualidad. Él aprendió con David, su padre, el secreto para atraer la respuesta de Dios a través de una fe osada. “Subió, pues, Salomón allá delante del Señor, al altar de bronce que estaba en el tabernáculo de reunión, y ofreció sobre él mil holocaustos. Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé.”, (2 Crónicas 1:7, 8).
Mientras Salomón buscó sabiduría y mantuvo una alianza con Dios, prosperó en todo lo que hizo, convirtiéndose en el hombre más rico de la historia: “sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti.”, (2 Crónicas 1:12).
¿Quiere aprender a superar las dificultades del mercado? ¿Quiere dejar definitivamente en el pasado las crisis y problemas financieros que lo han agobiado? No se pierda el Congreso para el Progreso, que se realiza todos los lunes en Av. Corrientes 4070, Almagro, a las 8, 10, 12, 16 y especialmente a las 20 h.
Entregarse al Altar da resultado
Juan Paz conoció el Congreso para el Progreso en una situación crítica. “Tenía una fábrica con varios empleados, pero de un día para el otro las cosas empezaron a salir mal, de a poco perdimos clientes, los proveedores nos iniciaron juicios y los empleados también. En la desesperación por pagar deudas, hipotecamos la casa pero no nos alcanzó, quedamos endeudados y corriendo el riesgo de perder la casa. Llegamos a no tener ni para comer.
Para colmo tuve un infarto y eso complicó más las cosas, no podía trabajar ni asumir mis responsabilidades. Mi esposa tuvo una crisis de asma y los abogados nos decían que ya todo estaba perdido.
Entré a la Universal sin saber bien qué era. Me atendieron muy bien, conté cuáles eran mis problemas y empecé a participar. Puse en práctica lo que iba aprendiendo y mi forma de pensar cambió. Llegó la Hoguera Santa y decidí hacer una prueba con Dios, quería saber si era verdad que mi vida podía cambiar. Generamos nuestro sacrificio y de a poco las puertas se fueron abriendo. Empezamos a conquistar, primero recibimos paz y fuerzas para volver a luchar. Pudimos volver a trabajar, pagar las deudas, y con cada Hoguera Santa las conquistas se iban sumando.
Hoy tenemos una panadería con más de diez empleados, con sucursales, también tenemos un restaurante, levantamos la hipoteca de la casa, estamos muy bien de salud, somos felices porque Dios cambió nuestra vida. Creo que si no hubiéramos sacrificado no tendríamos nada”.
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